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Bajamos del carro de Lydia dirigiéndonos por el bosque hasta llegar a un tipo prado muy bonito. Los rayos del sol hacían que su cabello se viera más hermoso de lo que ya es.
En todo el camino tome su mano mientras que en la otra estaba la caja de picnic.
Por fin teníamos un día para nosotras, llevaba esperando este día con ansias.
Solté su mano para que pudiéramos acomodar el mantel, para después sentarnos y que yo empezará a sacar la comida de la canasta.
—Se ve todo muy bien —sonrió— ¿Tú lo cocinaste?
—Me encantaría decir que sí —dije avergonzada—. Sabes que no se me da.
Ella rió con fuerza y ternura.
—Lo cocino mi mamá.
Ella tomo algo de la charola y lo llevo a su boca, fue inevitable no ver sus labios.
—Amo a tu mamá —se acomodó mejor en el mantel.
—Espero que no más que a mí —reí.
Lyd negó con la cabeza.
—Eso sería imposible.
Me acerque a ella y la bese lentamente.
Nos separamos y empezamos a comer. De la nada surgió el tema de los primeros amores y con ello el tema de Jackson.
—Bueno, creo que él fue el primer amor que tuve —se quedó viendo un punto fijo—. Ahora él es feliz y eso me alegra mucho... —me vio y se removió tensándose— perdón, seguramente no querías escuchar eso, ni siquiera sé porque lo dije.
—Está bien, Lyd. Todos o la mayoría han tenido su primero amor —aunque ella era mi primer amor—. Además, eso está en el pasado, ahora estás conmigo —sonreí y agarré una uva para comerla.
Ella sonrió.
Tenemos confianza como para contarnos las cosas que nos gustan, que nos hacen feliz o que no hacen tristes, eso lo adoraba de nuestra relación.
—Tal vez no hayas sido la primera, pero quiero que seas la última —casi me atraganto con la uva de la impresión.
—Eso no me lo esperaba —reí.
Lyd tomo mi mano y la guío a su mejilla para que la acariciara. Era algo que tenía desde que comenzamos a salir.
Me acosté en sus piernas y pasé mi brazo derecho por su cintura sin dejar que mi mano izquierda acariciara su mejilla.
Me le quede viendo sin poder evitar ver lo hermosa que es, de verdad que soy afortunada.
—De verdad me gustas —me volteó a ver y mis mejillas ardieron al darme cuenta de que lo dije en voz alta.
Se acercó a mí y beso mis labios de manera más intensa. Me separe lentamente, quedándonos un rato más así.
Lo noche llego y en el prado salieron varias luciérnagas brillando, se ve muy bonito.
Una idea llego a mi mente.
—¿Quieres bailar? —pregunté parándome y alzando mi mano para que la tomara.
—¿Aquí? ¿sin música? —me vio dudosa.
Me encogí de hombros.
Acepto mi mano y se paró. La agarre de la cintura y empezamos a balancearnos de un lado al otro, Lyd recargo su cabeza en mi hombro y me apretó más a ella.
Quiero quedarme así toda la eternidad.
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