prologo

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Nota del autor: No soy el propietario de Kung Fu Panda ni de sus personajes; todos los créditos van para sus creadores. Lo que sí es de mi autoría es este fic.

Narrador: Yo

Me encuentro en un mundo extraño, donde todos los seres son diferentes. Pero antes de contarles dónde me encuentro, déjenme contarles cómo llegué aquí.

FLASHBACK

En una tranquila mañana, mientras salía del supermercado, mis pasos se detuvieron bruscamente al vislumbrar una escena perturbadora: un par de ladrones acosaban a una pequeña niña. Su desesperado llanto resonaba en mis oídos, y sin dudarlo, me lancé hacia ellos.

Los ladrones, despreocupados por la presencia de un extraño, se giraron hacia mí con expresiones de desdén.

Ladrón 1: "¡Lárgate, mocoso, esto no es asunto tuyo!"

No obstante, mi determinación superaba mi temor. Me coloqué frente a la niña, decidido a protegerla.

Yo: "¡Dejen a esa niña en paz! ¡Es solo una niña!"

Las risas burlonas de los ladrones llenaron el aire mientras uno de ellos desenvainaba una navaja oxidada.

Ladrón 2: "¡Ja, ja, ja! ¡Pensar que un chico como tú podría detenernos!"

El filo de la navaja brillaba ominosamente bajo el sol, pero mi resolución no flaqueó. Con rapidez, me interpuso entre la niña y la amenaza que representaban esos hombres desalmados.

Yo: "Ni una navaja me detendrá. ¡Déjenla en paz!"

Con un rápido movimiento, el ladrón intentó empujar a la niña a un lado, pero actué con reflejos veloces. Un golpe certero hizo que la navaja cayera al suelo con un tintineo metálico.

Yo: "¡No la toquen!"

Mis puños se convirtieron en escudos protectores mientras bloqueaba los ataques desesperados de los ladrones. Cada golpe, cada movimiento, era una danza peligrosa entre la vida y la muerte.

La niña observaba con ojos enormes, aturdida por la violencia desatada frente a ella. Sin embargo, mi enfoque estaba en protegerla, en mantenerla a salvo a toda costa.

El sonido de un disparo rompió el aire, seguido de un dolor punzante en mi estómago. Miré hacia abajo, sorprendido por el calor húmedo que se extendía desde la herida recién infligida.

Los ladrones, al ver su oportunidad de escape, se dieron media vuelta y huyeron, dejándome allí, luchando por mantenerme en pie mientras la oscuridad acechaba al borde de mi visión.

...: "Hola, Sergio."

Miré hacia atrás pero no vi a nadie.

Yo: "Eh, ¿quién eres tú?"

Entonces, todo se iluminó.

...: "Soy Dios, hijo mío."

Yo: "¿Qué?... ¿Cómo...? No, dime que no es cierto."

Dios: "Lo siento, pero sí lo es."

Me quedé en silencio, reflexionando sobre mi vida, mis padres y amigos. Dios habló de nuevo.

Dios: "Ven, siéntate, hijo. Aún no era tu hora de morir, pero por salvar a esa niña, te reencarnaré."

Yo: "¿En serio? Entonces, ¿podré decirles a mi familia que estoy bien y que...?" Pero Dios me interrumpió.

YO EN KUNG FU PANDA NuevoWhere stories live. Discover now