CAPÍTULO 25

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El nuevo castillo era más hermoso por dentro, de lo que se veía por fuera

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El nuevo castillo era más hermoso por dentro, de lo que se veía por fuera. La muralla exterior resguardaba un hermoso recinto de techos altos; además de contar con dos casas de huéspedes, un enorme jardín trasero con estanque y una pequeña pileta. Los criados dedicaron los tres últimos días a decorar y terminar de amoblar el salón principal para la boda. Había llegado el día de la ceremonia, y esa era la única cosa de la que se hablaba en la isla.

Los invitados llegaron desde muy temprano al lugar; provenientes de ambas partes del reino. La expectativa que generaba el evento era enorme; pero no por los reyes, sino por la unión de las familias. Muchos de los nobles de Kauyen recordaban con claridad la deshonra que los Duboisse cometieron en el pasado; y temían que las cosas se repitan. Los augurios y pronósticos para la boda eran mixtos; y el hecho que hayan doblado la seguridad en las entradas del castillo, aumentó las dudas de los asistentes. Sin importar lo que pase, aquella celebración daría qué hablar.

Amelie observó el castillo desde la ventana del carruaje; mientras se acercaba más y más a este. El corazón le palpitaba con fuerza, y sentía que se le saldría del pecho en cualquier momento. Se secó el sudor de las manos en el vestido, tratando de no arrugarlo. Ella sabía que el tiempo se le había agotado; y los nervios la consumían. Estaba a minutos de casarse con Tristán, sin tener la opción de evitarlo.

—Recuerda lo que ensayamos —Raveena le dijo con entusiasmo, captando su atención—. Ingresarás escoltada al castillo por la guardia real. Una vez dentro, tu padre te llevará junto al príncipe Dominic, y comenzará la ceremonia. ¿Entendido? —Preguntó, tomando su mano.

Amy asintió, insegura. A pesar de haber practicado con Garfield, no se sentía lista para ingresar al salón.
—Sí madre, todo está claro—. Repuso en voz baja, sin quitar la vista de la ventana. Jamás creyó que una boda ficticia la pondría tan inquieta.

Raven y ella eran las únicas que iban en el carruaje; el resto de su familia se encontraba ya en el castillo. El rey salió muy temprano para ultimar detalles con los Van Dijk; además de firmar los contratos y encargarse de la parte legal del matrimonio. Solo quedaba la parte religiosa de la celebración, y la unión quedaría sellada.

—Rosie, estoy muy orgullosa de ti—. Raven susurró, acariciando su rostro—. Serás la mejor reina que la isla pueda tener. Este es tu momento. 

Amelie esbozó una sonrisa, conmovida con sus palabras. 
—Gracias, madre—. La abrazó.

El carruaje se detuvo con cuidado, y Amelie escuchó a los caballos relinchar. Pasó saliva con dificultad; mientras escuchaba a alguien anunciar su llegada. Raveena le sonrió, y soltó su mano, indicándole que ya iban a comenzar. Ella sabía que, al bajar del vehículo, no habría vuelta atrás. Su respiración se volvió pesada, y las manos continuaron sudándole. Amy quería escapar, irse corriendo a algún lugar lejano y no volver; pero estaba consciente que eso sería imposible.

Realeza InesperadaWhere stories live. Discover now