El sol salió lentamente por el este, indicando que empezaba a amanecer. La temperatura ambiental se mantenía baja, y el cielo estaba parcialmente nublado. A pesar de eso, el jardín principal del castillo se veía bien; y no daba la impresión que fuese a llover pronto. La fresca brisa de la mañana, y el cantar de los pájaros, amenizaban el fin de la madrugada.
Tristán abrió la ventana con cuidado, intentando no hacer ruido; y recostándose en esta. Despertó pasadas las cinco de la mañana, confundido. Le tomó unos minutos recordar dónde estaba; y cómo llegó ahí. La cabeza le daba vueltas, y su espalda crujió cuando se puso de pie, estirándose. La última vez que durmió sentado, fue el día del accidente; por quedarse estudiando hasta tarde. Casi le pareció que había pasado una eternidad desde aquel día.
Tristán notó que una manta cayó de su espalda al momento de levantarse, y se extrañó. No recordaba haberse tapado antes de ir a dormir. Resolvió no ponerle atención a eso, y dobló la frazada, dejándola sobre la cama. Vio que Amelie aún dormía profundamente, y procuró no incomodarla. No deseaba despertarla.
El joven aprovechó la creciente claridad de la mañana para observar mejor la habitación. El diseño de las paredes era similar al de su castillo, y el color pastel hacía que se absorba mejor la luz. Tristán se acercó a uno de los roperos, embriagado por la duda de saber si habría algo dentro. Abrió el primer cajón de un tiro, descubriendo varios corsés en él. Tris lo cerró antes de abrir el segundo, y encontrar más ropa femenina dentro.
Él supuso que todas las pertenencias de Amelie estarían allí; y decidió no revisar en las demás gavetas. Se encamino al otro armario, el de la derecha; confiado en hallar sus cosas ahí. La gran mayoría de su ropa se encontraba doblada dentro de los cajones; además de algunos objetos personales. Tris revisó el mueble con detalle, advirtiendo que faltaban algunas de sus prendas; como los sacos y chalecos de vestir. Recordó que sus padres le hicieron armar maletas un par de días atrás; sin embargo, ninguna de las cosas que guardó en ese momento, se encontraban en la habitación.
Tristán sacó una muda de ropa; dejándola sobre la cama. No soportaba continuar con la misma vestimenta del día anterior, y solo deseaba bañarse para colocarse algo limpio. Él ingresó al baño casi una hora después de despertar, llevando consigo un candelabro de cinco velas para iluminarse. La luz de la mañana comenzaba a filtrarse por la ventana del recinto, permitiéndole ver con más claridad. Este era de tamaño mediano, y tenía un espejo de medio cuerpo sobre el lavabo. La distribución de la pieza era similar a la de su castillo.
Él notó sus ojos hinchados al acercarse al espejo; además de unas prominentes ojeras por lo mal que durmió. Esa fue una de las noches más extrañas que vivió desde que despertó en la isla; y sabía que solo era el inicio. Tristán cayó en cuenta que, a partir de ese momento, tendría que compartir la habitación con Amelie; desde que despertaba, hasta que ambos se fueran a dormir. Si aquella primera noche fue bastante incómoda, él no quería imaginarse cómo serían las demás. Solo esperaba que puedan solucionar pronto el problema de la cama; y que el portal aparezca pronto.
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Realeza Inesperada
Teen FictionAmelie odia a su vecino, pero deberá casarse con él para que puedan unir sus reinos. ************ ¿Qué harías si despiertas como la princesa de un reino? Y, ¿si te dicen que debes casarte con un chico que detestas para poder unir sus reinos? Amelie...