🐺3- El Pasado del Alfa

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Dawson necesitaba descansar, cumplieron las cuarenta y ocho horas y él en verdad necesitaba al menos una siesta. No dudó en aprovechar que el beta estaba dormido y luego de deshacerse de sus botas, chaqueta y remera, se metió también a la cama, casi gimiendo al sentir el colchón bajo su cuerpo.

Poco después sintió movimientos a su lado pero nada alarmante, decidió no cortar su sueño. Conciliar el sueño para él era una tarea muy difícil, pero luego de los enfrentamientos su cuerpo rogaba por descansar, y en esa ocasión había pasado muchas horas en vela para vigilar que no hubieran amenazas. 

Ahora, quería poder dormir siquiera unas cinco horas y recuperarse un poco. Claro, eso no sucedió.

Se deslizó sobre el colchón y rodó boca abajo apretando la mejilla contra la almohada. Inquietud comenzó a picar en su piel, como hormigueos. Abrió los ojos lentamente observando al frente, y luego a la puerta. 

—Genial —soltó al percatarse que el beta ya no estaba ahí. Dejó caer sus pies al suelo y tomando su chaqueta negra casi corrió a la puerta tirando de ella para abrirla. 

Maldito niño.

Iba a estrangularlo. Definitivamente. Mejor aún, iba a estrangularlo y luego lo ataría a una cama de manos y pies. Aunque podría saltarse la primera parte y solo atarlo a la cama. Eso sonaba mejor. Incluso tentador. 

Estaba histérico, sus ojos encendidos en un rojo carmín, y la mandíbula completamente tensa. ¡¿Cómo no lo pensó?! ¿En serio fue tan iluso como para creer que el beta le escucharía y se quedaría con él? Eso fue algo muy poco inteligente de su parte. 

Ni siquiera se molestó en mantener las apariencias bajas, su velocidad no era ni por poco algo normal. Salió directo a la calle y corrió hasta la carretera principal, en serio el chico no era en absoluto inteligente, sus emociones se olían a kilómetros. 

Una extraña sensación bajó a su estómago y Dawson se detuvo observando a ambos lados de la carretera. Eran unos kilómetros hasta la primera zona más poblada. Regresó al plan de estrangularlo apenas lo tuviera enfrente. 

Podía escuchar su rápido corazón latir, y quiso reír, estaba tan asustado que daba risa. Pero se detuvo al oír otros latidos cerca. Eso no era bueno. 

Caminó entre algunos árboles intentando oír los murmullos pero nada concluyente. Disminuyó el paso y llegó a un gran árbol que lo cubrió de la vista del beta, quien seguía caminando recto y abrazándose a sí mismo. 

Lo siguió sigilosamente por unos cuantos minutos hasta que el chico, quien había estado todo el rato sumido en sus propios pensamientos, se percató de su presencia y soltó aire rendido. Como si hubiera sabido que no tardaría en encontrarlo. 

Los murmullos se disiparon y Dawson supo que era un grupo de lobos quienes estaban acechando al beta, y por el rostro de éste, ni cuenta se había dado. 

—¿Estás bien? —preguntó acortando la distancia. 

El beta asintió cruzándose de brazos y permaneciendo quieto. Esperando su sentencia por haber desobedecido. 

—¿Qué es lo que te dije? — Dawson enarcó una ceja

—Que me quedara en el cuarto —contestó bajito. El Alfa asintió despacio 

—¿Y por qué te fuiste entonces? — quiso saber. 

—Yo... No puedes esperar tener a alguien secuestrado y que éste te obedezca— espetó intentando probar su punto. Dawson se relajó un poco al oler en el chico tranquilidad, y se acercó un poco más.

—No hay justificación — fue todo lo que dijo. Y apretó los puños dentro de su chaqueta —¿Sabías siquiera a dónde ir una vez llegado allá? —inquirió. El beta se mordió el labio apartando la mirada de él y negó despacio —Déjame decirte que si ibas a la ciudad, unos siete kilómetros de aquí, te hubieras encontrado con alfas problemáticos, algún alfa en celo o en busca de niños como tú de quien aprovecharse, y en el peor de los casos a algún siberiano que se coló de alguna manera dentro del muro —comentó —Estar aquí solo es ser presa fácil—

LETAL「OMEGAVERSE」 © (Lazos II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora