• Lips • | VKOOK | [TERMINADA]

| C A P. 17 |

No sabía en quién creer, pero... Sus ojos vieron claramente que era Taehyung, ¿Sería alguien que se parece a él? Pues se parecen en demasía.

- hijo, volviste rápido. ¿Cómo está, Jimin?

- cómo saberlo.

- ¿Qué no fuiste a verlo?- frunció el ceño.

El pelinegro le había mentido a su madre diciéndole que había ido a la casa de Jimin a pasar el rato porque si le decía la verdad de adónde iba le haría muchas preguntas que preferiría evitar.

- a-ah... sí, él está bien. Estaré en mi cuarto, sólo llámame si ocurre algo importante.

- ¿No vas a cenar?

- ya comí.

- bien. - volvió a la cocina.

Finalmente Jungkook entró a su habitación tras dar un suspiro agotador y se tiró a su suave cama.

- ¿Por qué lo hizo?- hizo una rabieta desordenando su cama, tal cual un niño mimado.

Se levantó rápidamente, lucía muy decidido. Tomó su celular y le marcó, esperó varios minutos pero no contestaba, intentó nuevamente y al fin descolgó.

- Jun-

- eres un estúpido, parece que siempre lo fuiste. Todo este tiempo fingiste, ¿No es cierto?

- ¿De qué hablas?

- no te hagas el desentendido, sólo fui una distracción de momento.

- tú decidiste todo esto y ahora me llamas diciéndome cosas que no entiendo. ¡No sé de qué me hablas!

- Bien, sigue haciéndote el tonto y también sigue besándote con ese chico. - colgó.

Una llamada de Taehyung hizo vibrar el celular, y así estuvo durante unos cuantos minutos más, hasta que se rindió.

Jungkook sentía que había hecho todo mal, ¿Por qué lo llamó? Lo único que había hecho era empeorar más las cosas.

- ¡Tontos impulsos!- volvió a lo mismo de antes.

Las ganas de volver a llamarlo y pedirle perdón por todo lo que él había ocasionado lo atacaron a muerte, pero sus inseguridades salieron a flote dejando de lado esa idea y en vez de eso llenándolo de preguntas tales como: ¿Estaré siendo demasiado patético? O tal vez... ¿Estaremos siendo demasiado patéticos?

Si hablamos con la verdad, Jungkook no toleraba esta situación, por otro lado, Taehyung no dejaba de recordar aquellos días en los que disfrutaba de la cercanía del pelinegro.

Cada caricia, cada beso, cada sentimiento, habían sido reemplazados por sensaciones de necesidad por estar cerca el uno con el otro. Sin darse cuenta, los dos se extrañaban mutuamente, pero su ceguera no les permitía encontrarse nuevamente.