46° Capítulo:

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Sin duda alguna, lo más raro de todo el día, por no decir de toda esta semana o más, había sido el exacto momento en que Hulda había pedido tener el primer baile de la noche conmigo. Por lo general solía dirigirse única y exclusivamente hacia Elsa, algunas veces sí me había dirigido la palabra, aunque más bien al principio de nuestra estadía. Luego apenas sí había posado su mirada sobre mí, como si realmente ignorase, de manera inocente, mi presencia.

De por sí que decidieran arrancar con el festejo antes de que Elsa apareciera ya había sido extraño, pero aún más lo había sido el hecho de que se me acercara y hablara directamente. Pero más allá del desconcierto que me había generado, no tenía ningún motivo para rechazar su petición. Si Elsa hubiera estado aquí probablemente habría pedido compartir nuestro primer baile juntos, eso si es que hubiera conseguido las agallas para pedírselo. Más como ese no era el caso, tomé la helada mano de Hulda y nos dirigimos hacia el centro de la sala para dejarnos guiar al compás de la música.

Aunque tendría que haber sabido que compartir un baile juntos no significaba que compartiría, también, una conversación conmigo. Lo bueno de la ausencia de conversación, por parte de ambas partes, era que podía apreciar todo lo que aquellas criaturas habían conseguido. Para haber vivido durante tan poco tiempo, y aisladas de otros reinos, la verdad es que habían conseguido lograr algo increíble. Nada tendría que envidiarle a cualquiera de los bailes que se habían organizado en mi antiguo hogar.

Sin embargo, no dejaba, además de sorprenderme, de desconcertarme este hecho, ya que habían logrado organizar una velada realmente digna de cualquier reino. Pero, ¿cómo sabían ellos de los clásicos procedimientos y estándares de una celebración de este estilo? Quiero decir, una se podría imaginar que una sociedad de criaturas mágicas, aisladas de cualquier tipo de influencia externa, tendría un concepto bastante diferente y particular sobre cómo celebrar...


-Su majestad -interrumpió uno de ellos, justo al momento en que la ausencia de música señalaba el fin de esa pieza.

-Sverre –contestó Hulda, a modo de saludo. Luego de que él le dedicara una corta reverencia, continuó.

-¿Me haría el honor de concederme la siguiente pieza?

-Por supuesto, si me permites, Hans -continuó, dirigiéndoseme, a manera de liberarme de ese baile.

-Claro –y entregué su mano a Sverre, para que ahora fuera este quien la guiara en el baile.


Mientras veía como el grupo en medio de la sala comenzaba a bailar al compás de la siguiente pieza musical, yo me retiré hacia uno de los extremos. Liberando el espacio para quienes danzaban. Fue recién entonces que, mientras continuaba paseando mi vista por toda la habitación, que descubrí que Elsa ya había llegado.


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Sentí como si mi pecho se contrajera cuando cruzamos miradas, se veía absolutamente magnifica. Y con su misma delicadeza de siempre, la vi acercándose hacia mí. En un principio iba caminando con Bergljot a su lado, pero a mitad de camino se separaron y ésta se dirigió hacia la otra punta de la sala, donde se encontraba su pareja. 

Frozen & BurnedWhere stories live. Discover now