〖Flechazo ➸ Midoriya Izuku〗

ᴾʳᵒˡᵒᵍᵒ

— Es tarde, es tarde, es tarde...

Un chico pecoso caminaba a toda prisa en busca de una cafetería o un local de comida rápida para poder desayunar siquiera una taza de chocolatada.

En su mente aún recordaba la voz de su madre mirándolo preocupada al oír que desayunaría afuera.

"¡El desayuno es la comida más importante del día, asegúrate de comer bien, Izuku!"

Había dicho su madre mientras lo movía de un lado a otro con los ojos llorosos al no alcanzar a prepararle su chocolatada con tostadas como cada mañana que iba de vuelta a su hogar.

Poco después el chico chilló al ver la hora en su móvil y entonces como por arte de magia vio una cafetería con estilo de los 80's justo en la esquina de la yūei.

¿Cuánto tiempo llevaba ese lugar ahí?

Bueno, eso no importaba, lo importante solo era una cosa.

— ¡Comida... !

Entró a la cafetería con un rostro algo nervioso por lo justo que iba a la academia, sin duda alguna pediría una chocolatada para llevar y después se confiaría en que Todoroki o Uraraka llevaran un par de sándwiches que pudieran compartirle.

Miró su alrededor y vio a pocas personas, en su mayoría estudiantes de la misma yūei al igual que profesores, confuso por la recurrencia en aquel lugar decidió acercarse al mostrador y ordenar de una vez su bendita chocolatada, pero justo cuando iba a alzar la voz una chica se puso frente a él.

Al parecer no notó su presencia o simplemente tenía más hambre que él y quería ordenar primero.

— Batido de fresa con un poco de crema y chispitas de chocolate, además de un pedazo de tarta. — La escuchó pedir. — Comeré en la mesa del fondo si no es molestia.

Y eso lo dejó paralizado.

¿Por qué su voz se oía tan melódica para sus oídos?

¿Por qué sentía como si un ángel acabara de hablar frente a él?

Se tensó y se enderezó lo máximo posible al ver como ella se estaba dando vuelta e incluso pensaba sonreírle, pero no pudo ni articular una palabra o un gesto.

Apenas vio su rostro quedó pasmado y de un color rojizo, ella era hermosa, sin duda un ángel caído que el destino había puesto frente a él.

La fémina ni siquiera le miró o prestó atención, ella pasó a su lado directo a la mesa del fondo del local haciendo que el peliverde se estremezca al sentir el leve olor a perfume cuando ella se alejó.

— Disculpa ¿Qué pedirás y te servirás aquí o no? — La voz del cajero se escuchó y Midoriya pegó un saltito saliendo de sus pensamientos.

— U-Una chocolatada, para servir por favor. — Pidió y después se sentó a dos mesas de la chica misteriosa.

O como él la había apodado: El ángel.

— N-No importa si llego un poco tarde por hoy ¿Verdad? — Susurró para si mismo y elevó la mirada para ver a la fémina que ahora parecía concentrada en sus asuntos. — Vale la pena...