Capítulo 10

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El Grinch.

Richard.

El mundo da vueltas.

Literalmente.

¿Por qué tomé sake?

Mierda.

—¡¿Qué coño ocurre contigo?! —espeta Jonah, acercándose a mí—. ¡Vuelve ahí dentro!

—N-no puedo —murmuro—. Jonah, ella... es amiga de Alexa, su hermana, ella conoce a Jessica, es...

—¿Y eso qué importa?

—S-se supone que me alejaría de Jessica.

—Eso no implica su entorno, gilipollas —sentencia—. Rich, dejaste a Silvia muy preocupada, ¿en qué diablos pensabas?

—Tengo que irme. Allí está su hermana, ¡y su cuñado! Él... —mis pupilas se expanden—. Él lo sabe, ¡él lo sabe todo!

—Richard, esto es estúpido, ¿te das cuenta? Es una pareja que vino a un restaurante a comer, y sí, puede que tengan una amistad con Silvia y la dueña, ¿eso qué? No compliques las cosas y compórtate.

Niego repetidas veces.

—No puedo.

Jonah aprieta los labios.

—Vete entonces.

—J-jonah.

—Ni de te ocurra hacerlo otra vez, Richard, ¿me estás escuchando? No lo hagas.

—N-no sé si lo logre.

—Pues inténtalo.

Jonah da media vuelta y entra al restaurante, por las ventanas observo que le explica algo a Silvia, y aunque ella tiene intenciones de salir y hablar conmigo, no lo hace.

Me meto en mi coche, regulando la respiración acelerada que estos ataques de ansiedad me provocan.

No vayas, no lo hagas.

Me aferro al volante y cierro los ojos con fuerza, conteniendo las lágrimas que amenazan con abandonarme.

Me encuentro tan sumido en mi intento de autocontrol que no noto cuando Adrianne sale de la fiesta y se sienta a mi lado.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—El suficiente —responde tajante—. Apresúrate, nos vamos.

—N-no tienes que...

—Richard, mueve el coche.

Enciendo el motor y salgo del estacionamiento. Conducir es bastante relajante y me ayuda a destensar músculos. Adrianne ha bajado la ventana del copiloto y la brisa invernal se adentra en el interior del automóvil, causándome escalofríos.

—¿Te llevo a tu casa? —dudo.

—No, yo te llevo a la tuya.

—¿Qué harás después?

—Valentina me recogerá y volveré con Jonah.

—No necesito una niñera —siseo.

—No nos importa.

—Anne...

—Richard, no permitiré que lo hagas otra vez, ¿lo entiendes? No después de tantos meses de abstinencia.

Suelto un suspiro.

El trayecto al edificio donde vivo es incómodo. La radio está sonando, pero no escucho nada.

Divinas constelaciones [COMPLETO]Where stories live. Discover now