Capítulo 19

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Baile blanco.

Silvia.

Hai.

El chico de ojos aceituna levanta la mirada con rapidez.

La incertidumbre que gobierna su rostro me causa una combinación de emociones inexplicables. Es como si la ternura, el miedo y la felicidad se mezclaran en un muy extraña —aunque placentera— nueva sensación de dicha.

—¿Acabas de responderme en japonés? —inquiere incrédulo—. ¿Me entendiste siquiera?

—Un poco —confieso—. Verás, Aidan estuvo estudiando el idioma porque la chica que le gusta es muy fanática de los animes y los mangas y esas cosas... y está buscando una forma de declararle sus sentimientos. Le sugerí que te pida ayuda, ya sabes porque es tu lengua materna, o bueno, paterna. En realidad no comprendo del todo lo que estoy tratando de dec...

Richard interrumpe mi patético discurso con una carcajada que entibia mi corazón antes de cogerme por las mejillas y besarme con una amplia sonrisa en los labios.

—¿Esto significa que ya puedo presumir que eres mi novia? ¿O prefieres que te corteje como en los viejos tiempos? —susurra.

—Por Saturno, si te atreves a hacerlo te golpearé —finjo repulsión al arrugar la nariz. 

—Hummm, d-disculpe... ¿señorita? —volteo confundida en dirección a la voz que me habla. La chica que nos había servido antes está parada frente a nosotros con la cabeza gacha, demostrando vergüenza—. Q-quería saber si... van a regresar a la mesa, si no tendré que desocuparla y...

—Volvemos enseguida —expreso con amabilidad—. No te preocupes... Yuko —pronuncio al notar el nombre que lleva en su uniforme. No es un kimono como el que yo utilizo, pero sí está ligeramente orientado al estilo tradicional de Japón. 

Ella sonríe antes de asentir, sus ojos rasgados se cierran por completo y se retira de regreso al restaurante. El que demuestre tanto el cambio de actitud con una sola acción me recuerda a Richard y cómo su rostro es transparente ante las personas que le inspiran confianza. 

—Me parece que tienes un don especial para encantar a los japoneses —musita Richie cerca de mi oído—. La señora Wong, luego yo y ahora esa chica... ¿qué sigue, Karameru?

—Crucemos los dedos para que tu padre y tu tía me soporten lo suficiente mañana —bromeo.

—Te adorarán —me asegura, entrelazando sus dedos con los míos al guiarme dentro de nuevo. El olor a pescado y esencias de loto impregnan mis pulmones, llenándome de paz. 

Lo que resta de hora nos limitamos a charlar sobre ambos. Richard tiene tanta facilidad de habla que sé que se convertirá en un locutor excelente; el brillo en sus iris cuando cuenta lo mucho que le gusta la idea de entretener a miles de personas desde una cabina de radio me hace creerlo.

Matt: C i n d y  y  y o  c a m i n a r e m o s  a  l a  e s c u e l a. T e  v e o  a l l á.

—Matt y Cindy ya terminaron —declaro tras leer el texto de mi hermano—. ¿Nos vamos?

—Claro. —Richard se pone de pie y me ayuda a recoger mis cosas. Dejamos una propina para Yuko y salimos del restaurante. Sé que en teoría son rivales de la señora Wong, pero estoy segura que volveré algún día—. ¿En qué piensas?

—En que la señora Wong me matará cuando sepa que vinimos aquí. Es su competencia directa.

—Yo no voy a decírselo, ¿y tú? —niego risueña—. Perfecto, entonces es nuestro secreto.

Divinas constelaciones [COMPLETO]Where stories live. Discover now