Capítulo 58. Te agarre descuidado

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Hola mis amados lectores, si no comentas, vota.  Por cierto feliz navidad a todos y mis mejores deseos hoy y siempre

Como siempre los invito a leer mis demás trabajos, y a comentar siendo respetuosos.

ADVERTENCIA: Contenido no apto para menores de 18 años.

Disfrútenlo

YYY

Capítulo 58. Te agarre descuidado

Izuku estaba llorando como solamente él podía, con gruesas lágrimas recorriendo sus pecosas mejillas al tiempo que solamente veía a esa mujer que tanto significó en su vida, desde que su madre murió, pasó a convertirse en su protectora y única familia. No tenía a nadie, de verdad la quería mucho, aunque ella sabía que esa relación estaba hiriéndolos a ambos, por eso se alejó. Tal vez ella se sentía una completa egoísta solamente que ni al final de todo pensó únicamente en su bienestar. Lo hizo por ambos, porque sabía que ella lo hería de manera inconsciente. Para ya no representar una carga en la vida del chico que amaba, quien aunque no supiera que ella lo amaba, si sabía de lo mucho que la quería y  la extrañaría como loco.

En eso, el de cabello verdoso no se fijó que se sentó cerca del callejón que estaba entre el antro donde estaban anteriormente y el edificio de al lado, lloriqueando todavía. Era de madrugada y estaba obscuro, por estar concentrado en sus cosas, no se dio cuenta de que estaba en un lugar perfectamente propicio para lo que su depredador estaba esperando.

Fue tarde para Midoriya, porque lo último que supo, fue que con una fuerza brutal fue arrinconado contra la fría pared de ese lugar desolado, sucio, obscuro. No comprendía que sucedía cuando, de entre la obscuridad, pudo apreciar una figura fuerte que lo tenía aprisionado con fuerza contra el duro concreto de la pared. No sabía quién era quien lo tenía atrapado ahí porque no podía verlo pero ¡Era Bakugo Katsuki! Quien con una sexy sonrisa perversa en su rostro, le miraba con superioridad.

─ Oh miren, al parecer atrape a una perra llorona.

El menor no podía salir de su estupor.

─ ¿Bakugo-san? ¿Qué hace aquí?

El rubio cenizo se acercó peligrosamente por su espalda para susurrarle en el oído.  

─ Al parecer, la escoria sigue sin saber cuál es su maldito lugar, por lo que vine a recordártelo.

Ahora el pecoso estaba irritado. No estaba de humor para soportar al boxeador.

─ De verdad no estoy para…

No pudo terminar pues un gemido se lo impidió, un gemido que se le salió cuando el mayor con su poderosa mano, comenzó a tocarle su miembro por sobre la ropa.

─ No puedes hablar hasta que yo te lo diga, perra.

El pecoso volvió a removerse incomodo, dispuesto a quitárselo a la fuerza pero el rubio cenizo lo tenía bien atrapado contra la pared sin mencionar que usaba su propio cuerpo para arrinconarlo ahí.

─Ba-bakugo-san… por favor… podemos…

Pero de nuevo otro gemido se escapó de los labios del pecoso pues el más alto volvió no solo a su tarea de tocarle descaradamente sus caderas, y su miembro por sobre la ropa sino que comenzó a frotar su propio miembro entre las nalgas de Izuku. Haciéndolo estremecer y sus piernas comenzaron a volverse de gelatina, su respiración comenzó a acelerarse al tiempo que su cuerpo se calentaba.

─ Te dije que no puedes hablar a menos que te dé permiso…

Tal vez aquello fuera una orden pero con lo erótico del momento, acompañado de Katsuki se lo dijo a Izuku en el odio, susurrándole para después lamerle y morderle el lóbulo de la oreja, el peli verde no hizo sino babear. Sin embargo, de todos modos intentó resistirse para no ceder ante el mayor y comenzó a alejarse aunque sin poder escaparse.

─ Bakugo-san esto…

Antes de que pudiera decir más, el mayor le pegó fuertemente con una varilla de metal. En uno de sus muslos internos, sacándole un respingo.

─ Mientras menos te tranquilices perrita, peor será tu castigo.

Eso debería de hacerlo sentir humillado, que en parte lógicamente que lo hacía pero era más entre el morbo de saber que cualquiera podría verlos ahí, en la mitad de la calle, con ese sensual captor que lucía tan erótico con esa sonrisa perversa y lujuriosa en su rostro,  entre lo caliente que se sentía cada que Bakugo lo golpeaba o tocaba de manera descarada. Era un coctel mucho mejor de lo que llegó a fantasear, luego de aquel episodio en los vestidores, donde se preguntó seriamente que tal enfermo estaba. Ahora, viendo a este hombre con esa sonrisa depredadora, prometiéndole una sesión ardiente, no quería sino dejarse llevar por esas manos que hacia un momento, tocándolo lo estaban llevando de ida y vuelta del cielo al infierno.

─Abre las piernas…

Izuku sabía que aquello debía evolucionar y su mente racional hizo que no lo hiciera, pero Katsuki volvió a golpearlo en otro muslo interno.

─ Te dije que abrieras las putas piernas.

Midoriya tembloso obedeció.

Aquello hizo sonreír satisfecho a Bakugo.

YYY

¿Qué pasara con ambos? Capítulo 59. No te rebeles mucho, perra.

Toxicidad en el ring [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora