LA NOTTE ETTERNA

Capítulo 3

    Una realidad alterna.

   ¿Una realidad alterna?

   No importaba cuánto se lo repitiera o el tono en que lo hiciera, aún no podía creer del todo que eso era realmente lo que le estaba sucediendo. Lo que estaba viviendo. Pero tampoco podía encontrar otra explicación que darle. No era un sueño, nunca había tenido un sueño tan largo y con tantos detalles (confusos, pero detalles al fin). Tampoco podía ser una maquinación de Voldemort en su cabeza, la conexión que los unía ya había sido cortada por el mismo Mago Oscuro en el momento que le lanzó el hechizo asesino en el Bosque Prohibido.

   Y si no era un sueño ni una maquinación mental…

   Realidad alterna tampoco se oía mejor, pero hasta podía decir que tenía lógica. Aunque no pudiera (o quisiera) creerlo, aun sonaba lógico.

   No podía acostumbrarse a eso, no con todos sus amigos tan lejos (ni siquiera siendo sus amigos, para variar), con una vida previa que no podía recordar, y con Severus Snape como única persona en la que podía confiar ahora mismo.

   Claro que este Snape se estaba comportando totalmente diferente a como lo conoció en Hogwarts, y eso lo hacía un poco extraño, pero Harry aún podía engañarse a sí mismo diciéndose que ahora que estaba lejos de Voldemort y podía dejar de ser un doble espía, el hombre estaba mostrando su verdadera personalidad, aquella que su madre había conocido cuando eran amigos de niños.

   Lo demás…

   Draco Malfoy, su rival del colegio, ¿su mejor amigo? Tal vez podría acostumbrarse con el tiempo, aunque no pensaba estar tanto como para comprobarlo.

   Bellatrix Lestrange, la asesina de Sirius, la que se burló de él después de haberle quitado la vida, la culpable de que Neville creciera sin sus padres, ¿su madre? A eso sí que no podría acostumbrarse. Nunca. Aunque ella no hubiera hecho nada de eso en esta dimensión o realidad en la que estaba, aunque Snape no se cansaba de decirle que “Mamá está muy preocupada por ti y quiere verte”. Simplemente no podía. No quería verla, y le prohibió a Snape que le dejara entrar a la habitación mientras estuviera en el hospital.

   Desde que Hermione y Ron se marcharon, no pudo reaccionar para nada, ni ante las preguntas que le hacían, o cuando llegó la cena, ni ante las miradas preocupadas que sentía le dirigía Snape; estaba ensimismado, perdido en planes para encontrar una solución que le ayudara a volver a donde pertenecía, aunque en ese lugar se estuviera llevando a cabo una guerra. O quizás, justamente porque se había desaparecido mientras se desarrollaba la guerra era que quería volver, no podía dejar solas a las personas que amaba, luchando en una guerra que no les concernía mientras él estaba allí “tranquilo”, jugando a la “familia feliz”.

   Aquella noche tuvo pesadillas. La Oscuridad había vencido, el mundo mágico se encontraba completamente destruido, y Voldemort se levantaba con toda la gloria en medio de los cadáveres de sus amigos y de las personas que quería. Se despertó más de una vez, asustado, el corazón latiéndole desesperadamente, sólo para encontrarse con Snape durmiendo a unos pasos de su cama, el cuello torcido en un ángulo que se veía muy doloroso. Su presencia, incomprensiblemente, lograba calmarlo lo suficiente para volver a dormir cada vez que sucedía.

   Si no hubiera dejado a todos sus amigos atrás, en medio de una guerra, hasta se hubiera alegrado de tener esta oportunidad de una nueva vida, con las preocupaciones típicas y “sencillas” de cualquier otra persona de su edad, con un padre que lo amaba lo suficiente para estar allí, durmiendo en una silla de plástico de una manera incómoda únicamente para no dejarlo solo… Sí, le hubiera hecho muy feliz si las circunstancias fueran diferentes. Con ese pensamiento, cerró los ojos y se dispuso a dormir el tiempo que le permitieran las pesadillas, el día siguiente sería muy largo y necesitaba estar totalmente despejado para seguir buscando una solución a todo este… enredo, por no encontrarle una palabra mejor.