CAPÍTULO 1

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DANDARA

Hoy es un día especial.

Y para que puedan entender el porque tendré que darles contexto de mi vida. A los 8 años me diagnosticaron ansiedad y desde ese momento yo he sido la definición de inestabilidad, he pasado por muchos momentos en los que la ansiedad se apodera de mi, muchos en los que paso buenas rachas y otros en los que simplemente no estoy ni bien ni mal.

Hace 3 meses perdí el control y recaí sufriendo uno de los peores episodios de mi vida, por lo que tuve que estar durante varios meses cursando la escuela de manera online. Después de mucho trabajo con mi terapeuta y psiquiatra puedo asegurar que estoy mejor; por lo que me dejaran regresar a la escuela.

Es por esto que hoy es un día especial para mí, pues entrare a una nueva escuela, conoceré nueva gente y vivir nuevas experiencias y lo que me hace sentir mejor, es que esta vez estoy emocionada por ello y no abrumada con pensamientos intrusivos.

–¡Dandara, apúrate que se nos hace tarde!

Estoy acostumbrada a los gritos y eso es algo que entenderán cuando sepan más de mi historia. La realidad es que en mi casa no soy la única que debería recibir ayuda psicológica, pero parece que cada vez que se menciona ese tema, todos se hacen los oídos sordos y me ignoran.

–¡Ya voy mamá! –le grito en respuesta, mientras salgo de mi habitación y bajo las escaleras

Recorro la sala en la que se encuentran mi padre, al cual solo saludo asintiendo con mi cabeza antes de entrar a la cocina.

–Ya estoy aquí, mamá.

–Lo sé, haces mucho ruido cuando bajas las escaleras.

–Mamá –replico, volteando mis ojos y agarrando una manzana del frutero–. Me comeré esto en el camino, ¿ya nos vamos? –digo mientras le doy la primera mordida a la manzana.

–Recuerda que debes alimentarte bien, espero que en el colegio desayunes bien por...

–Porque si no me vas a castigar, lo sé mamá, lo sé –le acompleto la frase, ya harta del mismo sermón de siempre.

–Bueno, espero que te haya quedado claro.

Comenzamos a caminar hacia el auto con un aire tenso entre nosotras. Desde mi última recaida mi mamá me trata diferente, aunque ella no lo quiera admitir. No voy a negar que me duele, porque lo hace y mucho, pero ya estoy acostumbrada a los malos tratos de ella hacia mí.

El camino en el coche fue aún más tenso de lo que esperaba, realmente la confianza de madre e hija entre nosotras no existía, había un muro gigante de pensamientos y prejuicios entre nosotras que era casi imposible de romper.

–Hemos llegado...

–Lo sé –le dije tajante–. Déjate de silencios incomodos y dime lo que tengas que decir.

–No lo arruines, por favor. Realmente espero que te hayan curado. Esta escuela es lo mejor que hemos conseguido para ti y espero lo aprecies, no lo...

–Arruines... lo sé. Siempre que recaigo me lo dices, tal vez deberías cambiar tu discurso porque ya vimos que este no funciona, ojala algún día entiendas que yo no voy a ser curada y que no es mi culpa "arruinarlo". Nos vemos por la tarde. Adiós –digo, bajándome del coche y cerrando la puerta un poco más fuerte de lo necesario.

A lo largo de mi vida he vivido muchos 'primeros días'. Mi madre sentía vergüenza de regresarme a la misma escuela cada que tenía un problema con mi salud mental, así que ella decidía que lo mejor era cambiarme de escuela cada que algo me sucediera.

INSUFICIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora