─ Todo lo que he recibido hoy son solicitudes aburridas, maldición.
Dante de alguna manera se había recuperado de sus heridas, lo cual no pareció tan emocionante como la perspectiva de poder comer helado de fresa una vez más. Se inclinó, su silla favorita apoyada en dos patas y los pies sobre un amplio escritorio negro por el que todavía le debía dinero a alguien.
Dante había enterrado todo lo relacionado con Tony, comenzando una nueva vida en una nueva ciudad. Finalmente había cumplido su ambición de tener su propia oficina. Pero sus esfuerzos por volver al trabajo mercenario habían resultado menos memorables. El trabajo de detective privado fue terminalmente aburrido. Encontrar perros perdidos y anillos de boda extraviados hizo poco para que la sangre bombeara. Pero las verificaciones de antecedentes y las pruebas de los hechos mantuvieron las facturas pagadas y las luces encendidas.
Dante había tratado de arreglar el escaparate con un llamativo letrero de neón y peluches, pero de alguna manera la decoración carecía de unidad. Incluso la mesa de billar que había comprado no había logrado atraer a nuevos clientes.
Enzo ocasionalmente le enviaba trabajo. Siempre tenía que aceptarlo, por supuesto, Dante nunca abandono su filosofía central de gastar hasta el último centavo de su cuenta, lo que significaba que rara vez podía permitirse rechazar incluso trabajos malos. Los abrigos rojos largos y los adornos de plata eran caros.
El teléfono emitió un molesto tintineó.
─ Devil May Cry... Lo siento, cerramos a las nueve.
Dante dejó caer la bocina en su base, la persona que llamó no tenía la contraseña requerida para el trabajo prioritario. Incluso con sus problemas económicos, Dante no estaba de humor para rescatar a un gatito o localizar a un adolescente errante.
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─ ¿Todos los demonios reamente se han quedado callados?
Ocasionalmente pensaba en su época como Tony. Había conocido a tanta gente, peleado tantas batallas y se había despedido de sus queridos amigos... Ahora, aquí estaba, solo.
─ Al menos tengo a estos dos cachorros.
Se llevó la mano a las pistoleras sin pensar.
Las robustas armas negras habían permanecido a su lado desde que nacieron del incendio de la tienda de Goldstein. Eran sus amigas más cercanas y había enviado a muchos cadáveres vivos a su tamba por segunda vez.
Pero Dante se negó a volver al pasado, vivió una vida libre y descarriada, pero aún no había alcanzado su objetivo final.
─ Mamá.
Inconscientemente tocó el amuleto en su pecho.
Hasta que vengase la muerte de su madre, no podía permitirse perder una sola misión.
De repente, el zumbido de los gases de escape zumbó fuera de la ventana. El sonido era demasiado tenue para un automóvil, una motocicleta, pensó Dante. Miró a través del cristal de la puerta.
Una luz se acercó en la oscuridad... una hermosa mujer corrió hacia la oficina en una elegante motocicleta, abriéndose camino en la noche. Su sedoso cabello dorado se arrastraba por el aire detrás de ella.
Dante esbozó una sonrisa fría. Las mujeres hermosas que aparecían en medio de la noche nunca eran algo malo. Su sonrisa se desvaneció un momento después cuando se dio cuenta de que el conductor no se estaba rompiendo.
Se echó a un lado justo cuando la motocicleta se estrelló contra la puerta de vidrio.
─ ¡Finalmente! Una situación extraordinaria.
Dante caminó casualmente hacia la misteriosa motociclista.
─ Más lento, nena. ¿La naturaleza llama? Está en la parte de atrás.
