DOCE

5.9K 398 163
                                    

Entró en la cafetería y de inmediato todos los ojos se clavaron en él. Por el modo en que todo el mundo dejaba de hablar y lo miraba cada vez que aparecía por el pueblo, empezaba a sentirse como un maldito proscrito.

Naruto no reconoció su presencia, pero no pasó más de un minuto antes de que le pusiera una taza de café humeante delante. Estaba tan guapo que apenas fue capaz de contenerse de abrazarlo. Llevaba el pelo rubio trenzado a la espalda, esos vaqueros elegantes y holgados y unos náuticos, con una camisa amplia de color caqui con las mangas subidas. Echó un vistazo más detenido a la camisa y frunció el ceño. ¡Era su camisa! ¡Maldito fuera, al dejarlo se había llevado algo de su ropa!

Unos minutos más tarde -le puso delante una ración de tarta de chocolate; Sasuke alzó el tenedor y sonrió para sus adentros. Podían estar separados, pero Naruto aún trataba de alimentarlo.

Finalmente consiguió atraer su mirada y con un gesto de la cabeza le indicó el asiento que tenía enfrente. Naru enarcó las cejas ante esa llamada arrogante y lo soslayó. Sasuke debió imaginar una reacción semejante. La siguiente vez que pasó a rellenarle la taza, le pidió:

-Habla conmigo, Kitsune. Por favor.

Quizá fue el «por favor» lo que lo consiguió, porque le lanzó una mirada sorprendida y se sentó. Ino salió de la cocina y observó a Sasuke con las manos en las caderas, como si se preguntara qué hacía todavía allí. Él le guiñó un ojo, la primera vez que hacía algo tan juguetón, y la cara de ella se llenó de indignación antes de girar en redondo y regresar a la cocina.

-Ino no tiene una buena opinión de los hombres -comentó el Kitsune, riendo en voz baja.

-Ya lo he notado -se puso a estudiar el rostro de el-. ¿Cómo te sientes hoy?

-Bien. Es lo primero que me pregunta todo el mundo cada día. Estar embarazado es algo bastante común, pero te hacen creer que ningun otro doncel o mujer en este condado a tenido jamás un bebé.

-Nadie ha tenido a mi bebé con anterioridad, de modo que tengo derecho a mostrar interés -alargó el brazo sobre la mesa y le tomó la mano con suavidad. El aún lucía el anillo de bodas. De hecho, él también. Era la única joya que se había puesto en su vida, pero siempre le habían gustado las finas alianzas en los dedos de los dos. Jugó con el anillo, recordándole a Naruto su presencia-. Vuelve a casa conmigo, Kitsune.

La misma melodía con la misma letra. Sonrió con tristeza al repetir su frase: -Dame un buen motivo por el cual debería

-Porque me amas -lo dijo con gentileza, apretándole la mano. Era el argumento más poderoso que se le ocurría, el que naruto no podía negar.

-Siempre te he amado. Eso no es nuevo. Te amaba cuando guardé mi ropa y salí, de casa. Si no fue motivo suficiente para quedarme, ¿por qué debería ser motivo para volver?

Cuando los ojos azules de él lo miraron, se le contrajo el pecho al darse cuenta de que no iba a funcionar. Naruto no iba a volver con él, sin importar el argumento que empleara. Se preguntó si había arruinado lo mejor que le había sucedido por no haber sido capaz de aceptarlo....................(mi opinión...es idiota era tan fácil como decirle por primera vez que él también lo amaba...los hombres suelen ser idiotas)

Sintió un nudo en la garganta; se obligó a tragarlo antes de poder hablar.

-¿Te... te importa si compruebo tu estado más o menos todos los días? Es para asegurarme de que te encuentras bien. Y me gustaría acompañarte cada vez que tengas cita con el médico, si no te importa.

Fue el momento de que Kitsune se tragara el súbito impulso que tuvo de llorar. Nunca antes había visto a Sasuke diferente, y no le gustaba. Era atrevido y arrogante y con un temperamento vivaz, y así era como lo quería, siempre y cuando comprendiera algunos hechos importantes de su matrimonio.

Un lugar en el corazónWhere stories live. Discover now