escorpio

𐄹 09

Salieron del restaurante con las manos entrelazadas, volviendo a las frías calles. En algún momento Minho soltó la mano de Jisung para entrelazar sus brazos, caminando hombro contra hombro por las desiertas calles de la ciudad. Andaban en silencio, mirando las tiendas por fuera y disfrutando del ambiente.

— Minho.— llamó Han, girando su cabeza hacia el mayor y alzándola para poder mirarse a los ojos. Eran pocos centímetros de diferencia, pero de todas formas tenía que alzar un poco el cuerpo.— Gracias por todo.

El mayor lo miró con ternura, llevando su mano a una de las mejillas rojas de Jisung. Hacía frío, por lo que sus manos estaban congeladas y Jisung apartó el rostro un poco, aunque luego le permitió acariciar su rostro.

— ¿Por hoy o por llegar a tu vida?— bromeó en un tono bajo, acercándose al chico.

— Por todo.— murmuró, sintiendo la respiración de su pareja demasiado cerca. Porque eso eran, ¿no? Pareja.

— ¿Debería decir de nada o darte más razones para darme las gracias?

— ¿Podrías dejar de responderme con preguntas?— sus narices comenzaban a rozarse. Minho giró su cuerpo para estar de frente con el menor, separando sus brazos para tomar su rostro con sus dos manos mientras Jisung se abrazaba a su cintura.

— ¿Por qué lo haría?

— ¿Por qué no respondes de otra forma?

— ¿Así?— ladeó su cabeza, acercándose peligrosamente a los labios contrarios.

Jisung sentía un cosquilleo familiar que lo invadía cada vez que estaba cerca del mayor, pero esta vez era peor. Sentía que si no se liberaba, o sentía aquel tacto que tanto llevaba esperando, podría empezar a temblar por aquel sentimiento.

Justo cuando sus labios estaban a punto de juntarse, Minho cambió la trayectoria y besó su mejilla, sintiendo de inmediato un golpe en su hombro.

— ¿Eres idiota?

— ¿Qué hice?— intentó poner una cara seria, pero por obvias razones no pudo. No podía estar serio cuando Jisung lo estaba mirando con un puchero tan besable. El menor comenzó a caminar, dejando a Minho atrás riendo de la reacción del más bajo.

Lee no tardó en seguirlo, tomándolo del codo para girarlo hacia él y estrellar sus labios contra los contrarios sin previo aviso. La cara de molestia desapareció de inmediato, dando lugar a una de paz. Jisung volvió a rodear el cuerpo del mayor, comenzando a mover sus labios contra los contrarios, sintiendo calidez en aquel clima tan frío.

Cuando el mayor se separó, Jisung se mordió el labio inferior para evitar soltar un sonido de queja. Abrió los ojos, encontrándose con la mirada reconfortante del contrario. Sus manos, en su rostro, comenzaron a acariciarlo nuevamente, apartando los mechones de cabello que tenía por la frente para poder depositar un dulce beso en la zona.

— ¿Quieres que te responda de esta forma, bebé?

— No lo sé... No estaba atento, ¿qué decías?— el sonido de la risa del mayor fue lo único que se escuchó en el lugar, seguido de otro beso más, y otro, y uno de regalo.— Sí, así sí.

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Se despidieron en la puerta de la casa del menor, ya que Minho se había rehusado a entrar si su tía de verdad estaba furiosa. Le había comentado de quedarse esa noche en su casa, a ver películas nada más, pero lo único que recibió fue una negativa del contrario.

— ¿Tía Nayeon? ¿Estás?

Su voz resonó por todo el apartamento. Al principio creyó que no había nadie, pero nada más darse la vuelta se la encontró sentada en la mesa de la cocina, mirándolo con los ojos entrecerrados y una manzana en mano.

— Jisung, ¿de dónde vienes tan tarde?— cuestionó la mujer, mirándole con el ceño fruncido.

Han se volvió a dar la vuelta, quitándose la bufanda y la ropa pesada que llevaba.

— Estuve con Minho.— contestó, terminando de poner sus cosas en la entrada para cogerlas el día siguiente en vez de tirarlas por su habitación.

— Han, ya hemos tenido esta conversación. No quiero que-

— Tía Im, Minho es mi pareja, y no voy a dejarlo por algo tan estúpido como lo es su signo.— habló, dando a entender que no iba a discutir más el tema. Había sido un muy buen día y de verdad quería irse a dormir con una sonrisa, no con una pelea.

— ¡Te va a romper el corazón!

La mujer parecía desesperada por hacer entrar en razón a su sobrino. A esas alturas ya se había levantado, mirándole impotente.

— ¡Ni siquiera lo conoces!

— ¡Pues tráelo mañana a comer! Te demostraré que no es lo que parece.— Nayeon dejó caer su libro de Tarot, dando por zanjada la discusión y yendo a su habitación, dejando a Jisung en su lugar.

¿Iba a ser tan idiota como para llevar a Minho a comer con su tía? Seguramente.

Él le demostraría que estaba equivocaba en cuanto a su chico.

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