𐄹 03

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Para desestresarse y mejorar su fin de semana, salió teniendo como meta llegar a ese café que solía frecuentar tanto en el último mes por obvias razones: aquel chico de lindas facciones.

De solo pensar en volver a verlo, el corazón del chico se llenaba de calidez y una sonrisa se apoderaba de sus labios. Así lo tenía.

Se apresuró, caminando más rápido, sabiendo que aquel día era el día en que pasaba más tiempo en el café.

Empujó la puerta, entrando al lugar y percibiendo el olor a galletas recién horneadas. Respiró el aroma, dirigiéndose hacia el mostrador.

— Hola, Seungmin.— saludó a uno de los compañeros del chico por el que tan desesperado estaba por ver. El menor le devolvió el saludo con un gesto de cabeza, preparándole lo de siempre mientras Minho dejaba el dinero sobre el mostrador e iba a sentarse. Siempre era lo mismo, pero esperaba que aquel día pudiera pasar algo diferente que, si salía bien, podría mejorar su semana entera.

Tomó su portátil y lo abrió, mirando por encima de la pantalla como el chico del que tanto hablaban sus pensamientos salía de la sala de empleados, ajustándose el uniforme. Al parecer se había puesto algo de rubor, y le quedaba de maravilla.

Sonrió, bajando la cabeza y empezando a teclear cualquier cosa en el ordenador con tal de que parezca que estaba haciendo algo. Cada semana hacía algún torpe movimiento para llamar la atención del chico, o simplemente hacía como que se le hacía tarde cuando ellos estaban apunto de salir y tenían una pequeña conversación. Pero hoy esperaba que fuera de otra manera.

Cuando sintió los ojos del chico sobre él, levantó la cabeza, dedicándole una sonrisa cautivadora. Nada más verlo, el contrario bajó la cabeza, sonrojado, y se dirigió a la cocina, empezando su labor.

Minho suspiró, quedándose sin ideas de cómo hacer que el chico se acercara a él. ¿Sería muy obvio tirar su café? Tampoco quería que lo limpiará por el, solo quería hablar.

— Sólo háblale, Ji también está ansioso por ello.— levantó la cabeza, viendo como Seungmin dejaba su bandeja encima de su mesa y volvía a sus labores.

Sí, eso sería lo más sencillo.

Esperó unos momentos a que el chico saliera de la cocina con otra ronda de galletas para poder levantarse y acercarse al menor. Lo tenía de espaldas, colocando las galletas.

Al parecer el contrario no se dió cuenta de su presencia, ya que al darse la vuelta soltó un grito de sorpresa.

— ¿Puedo ayudarte en algo?

Minho lo observó unos segundos antes de asentir, intrigando al menor, quien sentía su cuerpo desfallecer por tener a su cliente favorito tan cerca y sonriéndole.

— Me gustaría saber si querrías...— la seguridad de Minho pareció esfumarse cuando conectó sus orbes con los castaños, transportandolo a un lugar completamente diferente, donde Seungmin no los miraba a la espera que hicieran lo que ambos deseaban desde hace tiempo.— Yo...

— ¿T-te parece después de que termine mi turno?— el chico propuso, sabiendo lo que Minho quería decir, o bueno, esperando que fuera eso, porque de lo contrario dejaría el trabajo y se escondería bajo tierra para ahogar sus penas y la vergüenza que sentiría si fuera así.

— Por favor... Osea, sí.— la mueca de Minho pasó a ser una sonrisa resplandeciente, contagiando a Jisung, quien asintió, haciendo un gesto con la cabeza señalando la cocina. Ya debía volver, por su trabajo y por si se desmayaba bajo la mirada del pelinegro.

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En cuanto el turno del menor terminó, un salió de la sala de empleados, mirando a Minho recoger sus cosas con apuro. Se sentía miserable por ir tan básico, pero esa mañana no tuvo tiempo de elegir algo mejor que ponerse. Si no fuera por aquel idiota que no dejaba de llamar para molestar, seguro todo iría mejor.

En cuanto Minho llegó a su lado, borró esos pensamientos de su cabeza y observó a Seungmin dándole ánimos detrás de la barra, haciéndole gestos de apoyo.

— ¿Vamos?

Jisung asintió, mirando al mayor con timidez para salir del café donde trabajaban.

— ¿A dónde iremos?

Un silencio se formó entre ellos y Minho dejó de caminar, mirando hacia el menor, abriendo y cerrando la boca.

— ¿Min...?

— No pensé que aceptarías, así que no sé qué hacer.— habló atropelladamente, bajando la cabeza. Jisung no pudo evitar reírse por la actitud del mayor, animándose a darle un apretón en el brazo.

— Si quieres podemos... ¿ir a comer algo? O dar un paseo. No sé, lo que más te apetezca.

— Podemos hacer los dos.

A Jisung no le importaba a dónde ir con tal de poder pasar el día con aquel chico con el que tanto hablaba cada día antes de cerrar e irse a casa, aquel chico que dejaba caer las cosas como si fuera accidental para que el se acercara. No le importaba a dónde ir con tal de que sea con Minho.

Minho, del cuál aún no conocía el signo, pero estaba seguro de que sería uno maravilloso.

Nada que ver con el insufrible escorpio que no le dejaba de molestar.

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aclaro que aquí los signos solo tienen que ver con jisung, tipo, a nadie le interesa tu signo, solo que él es así, en los capítulos siguientes se dice el por qué.

muchas gracias por el apoyo.

escorpio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora