Al investigar la muerte de una chica, Kenna descubre que la víctima no era tan perfecta como se pintaba y que más de uno tenía motivos para deshacerse de ella.
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En un pueblo con pocos habitantes, la hija de uno de los empresarios más importantes...
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Kenna no esperó ni un segundo más y fue al único lugar donde tenía la certeza de que iba a encontrar a Monique, las residencias de la universidad. Eran edificios grandes, de tres plantas cada uno; de apariencia antigua a pesar de que habían sido construidos hacía tan solo cinco años; revestidos de los mismos ladrillos de colores ocres que la universidad. El ambiente del lugar era tranquilo, algo común cuando la universidad era tan exigente y poseía un cupo limitado. Los que vivían allí, eran vigilados constantemente para que, al mínimo descuido de las reglas, fueran echados a la calle. Y eso sorprendió a Kenna, porque desde el exterior parecía una universidad tranquila, una en la que podías saltearte una o dos clases y no afectaría casi nada en tu nota.
Al ingresar en uno de los edificios, el guardia de la entrada la detuvo enseguida. Cualquiera que quisiera entrar y que no residiera allí debía notificarse con cuatro días de antelación y no podía pasar allí más de dos horas, tampoco podía ingresar a los dormitorios, solo deambular por los terrenos o las salas comunes siempre portando el pase de visitas.
—Soy la inspectora Kenna —avisó al mismo tiempo que sacaba su placa—, necesito hablar con Monique Ramaje —medio pidió y medio ordenó.
—Para poder hablar con alguno de los alumnos dentro de la institución, debe primero pedir la autorización de la decana —le negó el paso el hombre.
Kenna presionó sus labios y asintió. Retrocedió casi hasta la salida y decidió arriesgarse una vez más.
—¿Podría decirme si Monique se encuentra aquí?
El hombre negó una vez más y le señaló la puerta. Kenna retuvo sus insultos y salió del edificio. Debía salir del recinto de casas y pasar a las facultades que se encontraban en la cuadra de al lado. Una vez entre las inmensas e imponentes edificaciones de las diferentes facultades, a Kenna le costó encontrar algún punto de referencia que le indicara dónde estaba la decana.
—¿Necesita algo, inspectora? —dudó una mujer que pasaba a su lado al reconocerla.
—Estoy buscando a la decana de la universidad —mencionó con fastidio—. Necesito hablar con una de sus estudiantes.
—Me presento, soy la decana James —anunció tendiéndole la mano—. Los de seguridad de las residencias me comunicaron que usted me buscaba.
—Sí, es por el caso de Keira Cosgraves...
—Una lástima su muerte, era una de nuestras mejores estudiantes.
—Me imagino... —musitó para ella. Con todo lo que ya conocía sobre mí, seguramente estaba dudando de cómo había conseguido tanto reconocimiento—. Necesitamos hablar con Monique Ramaje.
—Otra de nuestras mejores estudiantes en la carrera de Audiovisuales —comentó la mujer y se encaminó a las residencias—. Keira y ella no eran muy cercanas, no sé en qué le pueda ayudar.
