Capítulo I

536 45 7
                                    

N/A: Esta parte del libro, como lo dice el título, es más que nada un contexto de la relación de Keira con la mayoría de los personajes que van a aparecer a lo largo de la historia

Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.

N/A: Esta parte del libro, como lo dice el título, es más que nada un contexto de la relación de Keira con la mayoría de los personajes que van a aparecer a lo largo de la historia. Si no lo leen, probablemente más adelante no comprendan qué es lo que intenta decir Keira.

Pd: No prometo que no odien a la protagonista.

Quizás no sea la forma más entretenida para comenzar, pero sí la necesaria. Son cosas que deben saber, no esperen una explicación más larga, solo deben saberlo y ya. Necesitan comprender mi vida para entender como llegamos al punto en que toda la policía de la ciudad recorría el bosque y la casa de mis conocidos en mi búsqueda. Lo que les voy a contar les va a dar un contexto para comprender los acontecimientos que llevaron a mi desaparición.

Bien, lo primero es mi nombre, Keira Dalila Cosgraves, hija del famoso Terrence Cosgraves. Probablemente a ustedes no les suene ninguno de los dos nombres, porque nuestra fama nunca salió de los lugares en donde vivíamos. Éramos lo mejor de ese lugar, pero solo de ese lugar. Aunque yo tenía planes de modificar eso.

Regresando al punto, cuando yo tenía dos años, nació mi hermano Cass y todo fue paz y felicidad por un tiempo. Y eso se acabó en mi cumpleaños número cinco. Papá había descubierto que mamá lo llevaba engañando por varios años y que Cass era producto de uno de sus amoríos. No era su hijo. No quiero juzgar, en realidad, aunque sé que nadie va a ver como algo correcto lo que él hizo. Mis padres se divorciaron y mi padre se encargó de borrar cualquier rastro de Cass de su legado familiar. Su amor por mi medio hermano desapareció tan rápido como se enteró de que no llevaba su sangre, sus genes. No les voy a mentir, para mí, eso fue el paraíso, odiaba al parásito castaño, a pesar de que yo solo tenía cinco años.

Eso marco un antes y un después en mi vida. Sin mamá en casa (y sin el parásito que lloraba todo el tiempo), fui el centro de atención de toda mi familia. Me consentían en todo, cada cosa que hacía, por más mínima y desastrosa que fuera, era celebrada como el mejor de los logros. Y yo me acostumbré a eso, a ser el centro de atención, demasiado.

Pasaron los años y fui de la casa de mi padre a la de mi madre, ida y vuelta. Mi relación con Cass seguía siendo igual que la canónica de los perros y de los gatos, pero invertida. Yo era el gato y él el perro asustadizo. Eso no quiere decir que el niño no era inteligente, porque lo era y mucho. Y, ya que me estoy confesando, disfrutaba el hacerle la vida imposible, más aún sabiendo que él no podía hacer nada al respecto. Si le contaba a mi madre, ella solo me regañaría y eso llevaría a una larga discusión con mi padre que no se lo dejaría pasar. Así que Cass guardaba silencio de manera muy inteligente, ni siquiera intentaba vengarse. Con el tiempo, aprendió que seguirme el juego era lo mejor para todos.

Todo eso sucedía en mi ciudad natal, Murace, donde pase gran parte de mi vida. Pero de allí no me queda mucho por contar. Era el centro de atención, tanto en mi casa como en la escuela. Había visto tantas películas donde las chicas se convertían en una especie de reina de la escuela que me pasé todo el tiempo allí intentando lograrlo. En resumen, nunca hice un amigo verdadero, todos me hablaban porque creían todo lo que les decía, también porque conocían mi afamado apellido. Y en realidad, eso nunca me molesto. Pero cuando me mudé a Lercroft, por culpa del trabajo de mis dos padres, comprendí que en verdad no necesitaba esforzarme para hacerme de una fama en la escuela.

En el pueblo nuevo, la empresa automotriz de mis padres era la más exitosa, la más conocida, la más... ¿codiciada? Todos querían hablarme, todos buscaban mi amistad. Era la segunda persona más importante de ese pueblo, primero iba mi padre y luego yo. Ni siquiera el gobernante (o lo que fuera) de ese lugar era tan relevante, mi familia era la que había puesto en marcha la economía de la zona. Y si mi ego ya estaba por las nubes, entonces allí comencé a sufrir un severo caso de narcisismo, todo el mundo se encargaba de alimentar mi ego.

Con tan solo dieciséis años, con algunos trabajos de modelaje, y unas cuantas premiaciones por cortometrajes (una de mis mayores pasiones), era una especie de reina del lugar. No me quejaba y no me quejo. Tampoco digo que mi fama era tan solo por mi apellido, como mencioné antes, tenía unos cuantos logros por mi parte, a los que les puedo sumar mi inteligencia. Siempre fui el mejor promedio de mi año.

Entonces, conocí a mi mejor amiga, Zoe Madsen. Por cliché que suene, nuestra amistad nació del odio. Desde mi primer día de clases en la única secundaria del pueblo, competimos por todo: calificaciones, fama, amigos. Y un día, así como si nada, la guerra acabó y comenzamos a ser amigas, inseparables. Ni siquiera el que ella comenzara una relación y que desapareciera días enteros con el chico fracturó nuestra amistad. Pero no se equivoquen, esto no es lo único que hay para decir de mi relación con ella, hay mucho más detrás que se van a enterar más adelante.

Unos años después, creo que tenía dieciocho, comencé mi noviazgo con Nash Easton. Si les soy sincera, al inicio no estaba muy convencida de querer una relación con él. El cine siempre me encantó, principalmente las películas plagadas de historias cliché, y Nash parecía el típico personaje de niño rico y mimado. Vestía siempre elegante, aún no comprendo por qué; su rostro siempre permanecía con la misma mueca de indiferencia y seriedad, como si se creyera mejor que todos los que lo rodeaban; era delgado y un poco alto; su cabello era de un rubio que con el sol parecía dorado; y sus ojos, de un marrón rojizo que me recordaba al otoño. Era atractivo, creo que solo por eso acepté a salir con él en un principio. Y todo fue mejor de lo que me había imaginado. Su seriedad se resumía a su forma de vestir y a la mueca de su rostro, quizá si era un poco mimado, pero yo era igual así que no era ningún problema, y sabía muy bien como debía lidiar con mi ego. Luego de un tiempo como novios, se convirtió en cómplice de todos mis planes, me ayudó en cada idea que se me ocurrió y estar con él solo aumentó mi fama. Seguíamos estando juntos hasta el momento de mi desaparición.

Superando mi etapa en el secundario, pasamos a la de la universidad. Entré a la única de mi pueblo, una de las mejores de la región. Ingresé con el mejor promedio a la carrera de Audiovisuales. A la primera persona que conocí fue a Harland Font, era un conocido de Nash. Nos hicimos muy amigos, cuando no pasaba tiempo con Zoe o Nash, lo pasaba con él. Pero nuestra amistad acabó cuando conoció a Cass. El mocoso había sabido jugar sus cartas y Harlan comenzó a verme como un monstruo cruel y despiadado. Comenzó a tenerme miedo.

Luego de la decepción de perder a uno de mis mejores amigos y no poder hacer nada al respecto, me choqué de frente con Monique. Nunca fuimos amigas, solo unas conocidas algo cercanas. Era mi competencia en cuanto al mejor puesto de la carrera. Ella era tan ambiciosa como yo y solíamos tener ideas similares. Creo que lo que más nos diferenciaba era que a ella no le importaba mucho el destruir su reputación para conseguir algo, estaba dispuesta a todo. Pero aun así, nos llevábamos relativamente bien.

Mi vida siguió, seguí ganando los concursos de cortometraje en los que me presentaba, algunos de equitación, era la que tenía las mejores notas de mi carrera, no había nadie en el pueblo que no conociera mi nombre y no me amara. Y, a pesar de todo eso, el día sábado 21 de abril, mi cara cubrió todos los periódicos de la ciudad. Había desaparecido.

El desvanecimiento de Keira Cosgraves (Completa)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant