Capítulo 57

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"Que la mente tenga cuidado, que aunque la carne esté amoratada, las circunstancias de la existencia son bastante gloriosas."

The Dharma Bums, Jack Kerouac.

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Observé apoyada en el umbral de la entrada de la sala de lectura con una estúpida y cursi sonrisa en el rostro que me era imposible contener mientras Collin contaba cual narrador experto -con muecas, ademanes y cambios de voz incluidos- algún cuento infantil que se había encontrado en los libreros, todos los niños sentados a su alrededor y cautivados, de la misma manera en que yo lo estaba, por la historia y la habilidosa manera que tenía el chico para adentrarte en la misma.

Caroline había decidido poner los libros en uso desde hace un tiempo, por lo que creó los días de lectura, donde usualmente algún voluntario se ofrecía a leer las maravillosas historias contenidas entre aquellas repisas a petición de los niños. 

A mi no se me daba todo el asunto de narrar y prefería abstenerme de siquiera tocar un libro frente a los niños. Sin embargo, Collin tenía el carisma ideal, ese encanto natural que lo hacía perfecto para la labor, haciendo que los mocosos pidieran casi siempre que fuera él quien les leyera los cuentos.

Hoy no era la excepción.

—¿Crees que haya lugar para uno más? — jamás podría confundir aquella voz. Pero, a diferencia de las otras escasas ocasiones en las que la he escuchado, esta vez se podía distinguir una emoción a través de ella.

Arrepentimiento, quizás.

Como si estuviera apenado, como si hubiese hecho algo mal y ahora venía con culpabilidad a remediar el error pero con miedo a ser rechazado.

—Parece que no hay lugar para uno más. — me crucé de brazos, de reojo pude ver como él dejaba salir el aire y sus hombros decaían junto a él, en decepción. Él estaba a punto de girar y devolverse, mis palabras deteniendo su acción — Pero creo que podemos hacer una excepción. — sus ánimos cambiaron y recobró la compostura, esta vez con un aire más esperanzado.

La sonrisa comenzó a jugar en mis comisuras para cuando me giré a encararlo.

—Lo... — apretó los labios, chasqueó con la lengua y tomó tres grandes bocanadas de aire antes de continuar, sus ojos grises mirándome a través de sus pestañas — Lo siento. — finalmente lo dijo e inmediatamente pude reconocer una sensación de alivio en su rostro pero su mirada todavía guardaba pesar — No debí haber dicho lo que dije. Ni siquiera quise decir esas cosas en serio. — estudié su rostro, esperando pacientemente a que terminara de hablar y me percaté de como su mano apretaba con fuerza el cuaderno de cubierta negra, aquel que le había regalado para navidad — Y no era mi lugar... No me corresponde a mi juzgar tus motivos porque ese no es mi problema. No me incumbe. Ni a mi ni a nadie. — dejó salir el aire con pesadez y tenía que admitir que esta era la primera vez en que veía su rostro cargado de... emociones. De verdaderas emociones — No tenía idea de lo que había ocurrido en la tienda y no debí presionarte para que lo dijeras. Eso estuvo mal.

Elliot desvío la mirada hacia el suelo, como si de repente sus zapatos se hubiesen vuelto más interesantes. Él estaba apenado y pude distinguir la sinceridad en todo lo dicho. Entonces vi al chico pecoso como lo que realmente es: un niño.

Me ví a mi misma en él.

Una April de doce años llevando cargas que no le corresponden. Dolor, decepción, culpa, todo acumulado en esos ojos. Aquellos ojos que ahora son grises pero que alguna vez fueron los verdes míos.

Before Us | MTC Libro #1 | [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now