Ningún personaje me pertenece todos son creación de Kishimoto-sama yo solo los utilizo para darle vida a esta historia.
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—Estás viendo a la Señora Uchiha— Ino intento sonreír, mirando de reojo a Hinata.
—Ah, que paso con Sai— la rubia se golpeó la frente.
—Hinata es la Señora Uchiha— termino por confesar, estaba claro que ninguna de las dos era capaz de deducir sus palabras —Tonta—
Aun sin creerlo por completo, Sakura procedió a tomar la ficha que suponía era de Hinata — Edad: 19, carajo— escupió demasiado molesta — ¡Bingo!— exclamo con emoción, como si hubiera encontrado un cofre repleto de Oro —Es verdad, Hinata de algún modo terminaste casándote con Sasuke—
—Eto— Atino a decir, todo en verdad parecía sobre pasarla.
—Hinata, estas bien—ambas se dirigieron hacia su amiga, quien comenzaba a ponerse pálida.
Todo comenzó a dar vueltas, todo era realmente confuso recién había despertado y resultaba que de una manera realmente extraña e irreal junto con Sakura habían retrocedido 3 años de sus vidas, los cuales al parecer habían sido bastante significativos, pues su gran amor, Naruto ahora se encontraba casado con Sakura, y ella se había tenido que casar quizás por dictamen de su Clan con el Uchiha.
—Ino— la llamo casi en un susurro temiendo la respuesta — Como es que termine a lado de Uchiha-san—
—Bueno, pues—
—Lo último que recuerdo, es lo sucedido con Pain— no dijo más, en un acto casi inconsciente coloco su mano derecha en la horrenda cicatriz que Pain le había obsequiado.
—Ya no importa ahora— Sasuke entro de golpe, con dolor observo como de inmediato Hinata parecía repudiarlo, de inmediato volvió la mirada al suelo —Estamos casados ahora, tu deber es estar a mi lado— no había necesidad de que alguien se lo dijera, él era consciente de que estaba siendo demasiado cruel y brutalmente directo, pero aquella mujer lo estaba matando, literalmente —Andando, Kakashi ha dicho, que puedes irte a casa — hasta ese momento la peliazul pareció reparar en él, pero aquella no era la misma mirada perla llena de amor que solía ver, al regreso de una dura misión, estos estaban vacíos y al mismo tiempo lo miraban con un miedo casi palpable.
—Yo— como era de esperarse la chica dudo un poco —No, estoy segura— lo último pareció molestar al azabache quien de inmediato se abrió paso por la habitación, poco le importaba que esos hermosos ojos perlas lo miraran con desaprobación.
