15. UN GRAN SUSTO

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Era sábado por la tarde, y Eva seguía pensando si ir o no ir a la fiesta de Marc, cuándo la llamaron por teléfono.

-         ¡Eva! –dijeron al otro lado de la línea

-         ¿Sí? ¿Quién eres? – dijo ella.

-         Eva tía, soy Sam... que ya no te acuerdas de tus amigas, ¿o qué?

-         Ay, perdona Sam, que como no llamas desde tu número no te había reconocido.

-         Vamos a la fiesta ¿no? ¿A qué hora te recogemos?

-         Buah, no sé si ir, mi padre sigue cabreado – mintió. Su padre estaba muy contento de que empezara a hacer los deberes y a estudiar.

-         Va, aunque solo sea un rato, estará Rafa – dijo Sam tentándola.

-         Paso de él – contestó Eva que últimamente no pensaba en nadie más que no fuera Hugo – pero vale, pasadme a recoger a las nueve.

Mientras Eva se arreglaba para la fiesta, Hugo estaba en su casa estudiando, después de toda la semana sin ir a clase tenía que recuperar todos los exámenes la semana siguiente.

-         Cariño – dijo Ana - ¿Hoy no viene Eva?

-         Eh no... hoy hay una fiesta de uno de segundo y va a ir.

-         ¿Y tú por qué no vas?

-         Primero porqué no me han invitado, y segundo porque no tengo a nadie con quien ir.

-         Pero ¿y Eva?

-         Eva tiene sus amigos mamá, ella es la popular del instituto y nadie sabe que ha estado estos días conmigo, así que ella sigue con lo suyo y yo con lo mío.

A las nueve Sam recogió a Eva con el coche de sus padres.

-         ¿Les has quitado las llaves?

-         Sí.

-         Estás loca – dijo Eva.

-         Pero eso no es nuevo – contestó Sam riendo.

Cuando llegaron a la fiesta, empezaron a beber y a tontear con chicos. Llegó un punto que Eva no era capaz de mantenerse en pié y Rafa aprovechó el momento para atacar.

-         ¡Evita cariño! – dijo Rafa.

-         Te dije... que no... me llamaras... Evita... hip – dijo Eva como pudo.

-         ¿Qué te pasa? ¿Necesitas tomar el aire? – la cogió por los brazos y la llevó hacia el jardín.

-         Creo... que... será mejor que me vaya para casa ya – dijo Eva entre dientes.

-         Tú – dijo Rafa aplastándola contra la pared – no te vas a ningún sitio – mientras le besaba el cuello.

-         Rafa, Rafa, para... – dijo Eva intentando quitárselo de encima.

-         No, Evita si esto a ti te gusta un montón que me lo han contado – le subía el vestido y le intentaba bajar las braguitas.

-         Rafa no, por favor.

-         ¿Cómo que no? ¿Todos pueden estar contigo menos yo o qué?

-         Rafa te vas a arrepentir.

-         ¿Ah sí? ¿Y qué me vas a hacer? ¿Vas a decirle al friki que me pegue o qué? – aprovechó el momento en qué Eva se quedó quieta y empezó a tocarle el pecho.

-         ¿Pero qué dices? Yo con el friki me lié aquél día y para darle un escarmiento – Eva empezó a besarle el cuello a Rafa, sabía que la única forma de escapar sería si él se confiaba.

-         Así me gustas más Evita – ella le desabrocha el pantalón y cuando lo ve más relajado...

-         ¡Capullo! – le dice pegándole una patada en sus partes y saliendo corriendo.

-         ¡Eres una zorra! – se le escucha decir a él.

Eva sale de la fiesta dando tumbos, corriendo cómo puede y cuándo cree que está lo suficientemente lejos coge el móvil.

-         Piiiiiii.... –se oye – piiiii... – vamos cógelo - susurra Eva – piiiiii.

-         ¿Diga? – dice una voz adormilada al otro lado de la línea.

-         ¿Hugo?

-         ¿Eva? ¿Por qué me llamas a estas horas?

-         ¿Podemos vernos?

-         ¿Ahora?

-         Por favor.

-         Son las tres de la mañana.

-         Por favor – le volvió a suplicar.

-         Vente a mi casa.

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