Inframundo

1.4K 158 8
                                    

Cuando la reunión acaba me siento exhausta por lo que camino rápidamente a la camioneta sin esperar a nadie. Al entrar recuesto cabeza en la cabecera del asiento mientras cierro los ojos.

-          Necesito descansar – digo sabiendo que mis hermanos están junto a mi

-          Deberías hacerlo – responde Santiago abrazándome por los hombros para que recuéstese mi cabeza en su hombro.

-          Podría ser mi luna de miel – digo abriendo los ojos para observarlos.

-          Creo que aún no estoy listo para esta conversación – dice Sebastián tomándome de la mano – de verdad ¿es lo quieres?

-          Creí que no estabas preparado para esta conversación – digo enderezándome para observarlo.

-          Eres mi todo, por supuesto que me interesa todo lo que tenga que ver contigo – responde besando mi sien.

-          Eres tan cursi – comento divertida mientras ellos niegan con la cabeza.

-          ¿Matrimonio? – pregunta Santiago y yo asiento con la cabeza – no es un poco apresurado.

-          Quizás – digo mirando hacia el frente – pero hay algo en Gabriel, que desde que lo conocí quiero estar cerca de él – respondo con sinceridad – algo en él me da calma, seguridad y confianza – me vuelvo a ver a Sebastián – no se eso es amor o solo atracción, pero quiero descubrirlo y no quiero hacerlo a escondidas.

-          Si sale mal, siempre podemos matarlo – dice Santiago como si nada y por primera vez en la vida siento miedo de perder a alguien que no sea de mi familia.

-          En el desayuno hablaremos con papá – dice Sebastián abrazándome – duerme, lo necesitas – lo escucho decir mientras me recuesto en su hombro cerrando los ojos quedándome dormida en un instante.

Siento algo muy cálido que me envuelve de repente, desde que asesiné por primera vez jamás me sentí tan en calma. Siento que me mueven pero soy incapaz de abrir los ojos de lo cansada que me encuentro.

-          Gabriel – escucho la voz de Sebastián lo que me pone en alerta, pero por más que trate de abrir los ojos no puedo.

-          Dígame señor – dice él seriamente.

-          Llévala a su habitación y que esté cómoda – ordena mi hermano y en este momento quisiera besarlo.

Rápidamente me toma en brazos y su aroma me envuelve al instante. No se cuanto tiempo pasa hasta que siento que comienzan a desnudarme.

-          Se que estas despierta, infierno – dice de forma tierna.

-          Solo quería que cumpliera lo que no hermano te pidió – digo abriendo lentamente los ojos encontrándome con los suyos que me observan con deseo.

-          ¿Dónde está tu closet? – pregunta alejándose de mi.

-          En el cuarto de baño – digo poniéndome de pie lentamente – quiero una ducha – camino hacia el cuarto de baño sintiéndolo tras de mi.

-          Debo irme – me vuelvo a verlo y la mirada en sus ojos enciende mi cuerpo. Camino hasta el completamente desnuda – no me hagas esto infierno.

-          ¿Por que el inframundo griego? – pregunto pasando mis manos por su cuerpo hasta sus hombros para quitar su abrigo.

-          Por que tú eres mi paraíso personal, mi purgatorio y el más ardiente infierno. – lo observo sorprendida – el inframundo posee los tres, los campos Elíseos, los prados Asfodeos y el Tártaro – dice poniendo una mano en mi cintura pegándome a su cuerpo –acabarás conmigo.

-          No sabía que eras tan romántico – digo quitando su camisa.

-          No sabía que lo era – responde para luego besarme de forma intensa.

-          Quédate esta noche – pido mientras el termina de desnudarse dejándome ver el cuerpo que me enloquece.

De un movimiento rápido me sube sobre su cintura para llevarme al lavado.  Siento el mármol frío cuando me sienta sobre este. Lo beso intensamente pero él se aparta lentamente para luego ponerse de rodillas entre mis piernas.

-          Gabriel – jadeo al sentir como toma una de mis piernas besando el interior de esta. Apoyo mis manos en el mármol mientras Gabriel llega a mi sexo comenzando a besarlo – por Dios – jadeo al sentir como su lengua se muere haciendo que un escalofrío me recorra el cuerpo.

La punta de su lengua se frota en mi clítoris y succiona. Suelta su objetivo y desliza el anchor de su lengua por mí vagina para luego repetir la acción anterior introduciendo dos dedos en lo interior. Pongo una de mis manos en su cabeza mientras mi espalda de arquea, los movimientos de sus dedos hacen que rápidamente estalle haciéndome temblar.

-          Me encantas – lo escucho para después besarme con hambre haciéndome sentir mi propio sabor.

-          Te necesito – digo sintiendo mi cuerpo hervir y temblar de necesidad por él.

-          Y me tendrás infierno – dice tomándome de la cintura y de un solo movimiento me penetra – mirarme – ordena tomándome del cuello impidiendo que mueva mi cabeza. Lo siento salirse lentamente haciéndome sentir cada centímetro de su longitud para luego entrar de nuevo con fuerza.

-          Gabriel – jadeo mirándolo a los ojos.

-          A partir de ahora es el único nombre que podrás jadear, gemir y gritar – la última palabra la dice mientras sale de mi y vuelve a entrar con mucha más fuerza haciéndome gritar – eres mía infierno.

Sigue embistiéndome mientras yo me sujetó sus hombros enterrando mis uñas en su piel hasta que los dos llegamos al orgasmo.  Cuando recuerdo la respiración y siento que va a separarse de mi, se lo impido presionándolo con mis piernas haciéndonos gemir, lo tomo del cuello para que me vea a los ojos.

-          Solo a mi, podrás follar de todas las formas que puedas imaginar – digo retándolo con la mirada – si te veo mirando a otra te saco los ojos y te castro.

-          Por eso eres mi infierno – responde tomándome de la cintura pegándome a su cuerpo aún en mi interior.

Camina conmigo en su cintura hasta la ducha donde volvemos a tener sexo bajo el agua, cuando salimos me ayuda a desmaquillarme y a ponerme el pijama. Me acuesto en la cama mientras lo veo ponerse los bóxer para luego venir y acostarse conmigo.

-          Descansa, lo necesitas – besa mi frente mientras me acomodó en su pecho y en instantes me quedo dormida.

InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora