42. Jiro Yamada

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Ya hace varios días la había visto en la librería.

Como de costumbre, venía después de la escuela a leer algo de manga o novelas ligeras. Fue entonces, que un día la vi.

Aquella vez vestía de una manera muy peculiar y llamativa. Me dio... ternura.

Otro día, venía completamente de negro.

Hace unos cuantos días, venía con ropa formal. Falda y saco. Como si fuera a trabajar a algún lugar importante.

Ayer venía con ropa holgada. Es como si viera a una chica pequeña con mi ropa.

Me río cada que la veo, pero no es por mala onda, es sólo que... me da mucha ternura.

Por lo que he notado, le encanta el anime y manga. De eso no hay duda. Siempre se la pasa en la sección de manga y trae alguno que otro accesorio referente a anime.

Hoy venía vestida de manera gótica. Se veía realmente linda.

Jiro, ¿cuándo vas a hablarle? Sólo te la pasas admirandola y no...

¡Oportunidad perfecta!

Ella estaba tratando de alcanzar un libro de un estante. Como era pequeña, no alcanzaba. Eso sí me causó gracia.

Dejé mi libro en la mesa donde estaba y me acerqué a ella.

Bajé el libro que trataba de tomar y se lo di.

Me miró con los ojos bien abiertos. Realmente le llevaba un buen número de centímetros. Quizá mi altura la intimidó. No pude evitar reír por ese pensamiento. Le extendí el libro y pude notar un leve sonrojo en sus mejillas.

—Deja de burlarte de mi— dijo arrebatandome el libro —. Y gracias.— se dio la vuelta y comenzó a caminar.

Se tropezó y volteó a verme, claro que tenía una sonrisa en el rostro.

Me señaló con el dedo como "advirtiendome" y se fue.

Bueno, la oportunidad de hablarle se fue.

Su ternura no me ha dejado hablar.

  

(...)

  

Un manga cayó de repente sobre mi mesa. Quería voltear a ver a quien le pertenecía, pero, una figura se sentó frente a mi.

Para mi sorpresa, era ella.

—Lo leí ayer y, realmente me pareció bueno. No sé si lo has leído pero... te lo recomiendo.— me dedicó una sonrisa y se levantó.

No, no. No podía dejar que se fuera.

—M-me llamo Jiro.

—______.

Y se fue.

Debo de mejorar en esto.

  

(...)

  

Los días siguientes pasaron. También le intercambié un par de volúmenes y comenzamos a conversar de vez en cuando.

Ahora todo tenía sentido. Era nueva en la ciudad y al parecer, también algo tímida. Por eso no habló cuando nos conocimos. Menos mal que no fue por que la haya asustado.

El invierno había llegado, y con él, mis antojos por bebidas calientes. Había decidido ir a comprar un café al konbini antes de llegar a casa.

Como si fuera obra del destino, una vez más me la encontré de casualidad. Llevaba su uniforme de la escuela, dos chongos en la cabeza y un par de lentes de sol atorados en estos. Se veía muy linda.

HYPNOSIS MIC - ONE SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora