capítulo uno

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—Hey, corazón, ¿todo bien? —Taehyung se acercó a paso lento hacia Jennie

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—Hey, corazón, ¿todo bien? —Taehyung se acercó a paso lento hacia Jennie. La chica desde que empezó el ensayo estaba algo molesta y nadie dijo algo más acerca del tema, queriendo evitar aumentar el molestar de la pelinegra.

—Sí, ya se me fue el enojo —Musitó, mientras acercaba la botella con agua hacia su boca para poder beber—, Sé que debería de estar acostumbrada pero es difícil que o agranden las cosas que digo o las malinterpreten. Ahora me van a involucrar con Jungkook por meses, y será de lo único que hablen —El peliazul suspiró, acercándose más hacia la pelinegra y la abrazó.

Jennie suspiró, relajándose de inmediato en los brazos de Taehyung. El chico siempre había sido su cable a tierra, desde el debut del grupo hasta ahora, en todo momento de su vida, ya sea profesional o personal. La chica no sabía que sería de ella sin el peliazul que la abrazaba y consolaba con tanto cariño, como el hermano mayor que siempre quiso tener. Los abrazos de Taehyung eran cálidos, agradables y amenos, literal curaban de todo mal que estabas sintiendo y es por eso que las cuatro chicas y el baterista del grupo cada cierto tiempo abrazaban al osito que tenían de guitarrista.

Un rubio se acercó a paso lento hacia los dos amigos abrazados, haciendo un puchero con sus labios, tenía en sus manos sus baquetas, en una expresión tímida y tierna. Jennie era pequeña, de sonrisa amable y ojos bonitos, pero enojada era una bestia, conocía todos tus puntos débiles con solo una mirada y le gustaba vengarse de todas las jugarretas que sus amigos le hacían, pues, sin hacerse bromas no hay amistad, eso sí, con todo el respeto y cariño que se merecían tener.

—Perdón Nini, no quería molestarte en serio —Dijo cuando ya estuvo lo suficientemente cerca, Jennie solamente sonrió y se separó del abrazo, acercándose hacia el rubio para rodearlo con sus brazos en su cuello.

—¡No te preocupes Jiminie! —Exclamó con una voz demasiado tierna, mientras en un pequeño saltito se subía como un koala al mayor, rodeando sus piernas a la cintura del chico. Jimin considerablemente se relajó, sonriendo mientras abrazaba de vuelta a la pelinegra—, ¡Ya se viene mi venganza y estaremos a mano!

Todo el grupo comenzó a reír al momento de escuchar al rubio gemir, las venganzas de Jennie eran terribles y era por eso que todos preferían evitar molestarla, bueno, todos excepto Jimin.

El guitarristaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz