C a p í t u l o 1 9 - Rompiendo las propias normas

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-¡¿Se puede saber dónde se ha metido Cassandra?!- exclamó Megan, harta de esperar. Había cerrado el pub hacía media hora, y estábamos en la calle muertos de frío y ella no aparecía por ningún lado.

-¿No os dijo a ninguna de las chicas a dónde iba?- resopló Aiden, cansado de los gritos de su compañera.

Monica negó con la cabeza.

-Dijo que había quedado con alguien para un encargo, que volvía en un rato.

-No sé para qué os molestáis- Ricardo, que tenía su brazo echado por encima de los hombros de Monica, se encogió y le dio una calada a su cigarro- seguro que está follando.

Ignoramos su comentario y proseguimos con nuestra preocupación:

-Pero no tiene forma de volver. Sólo autorizan a nuestro chofer para entrar al parking- dijo Ethan, tratando de disuadir al grupo para abandonar-. Si ven aparcar a un coche diferente se pueden mosquear los guardias.

-Si queréis me puedo quedar esperando- dijo Jota-. Que os lleve el coche y vuelva. Quizás en el tiempo que tarda en ir y volver haya aparecido.

-No te vamos a dejar aquí solo esperando- repuso Megan, tiritando bajo su corto abrigo de pelo. Jota me miró, y yo le miré. Parecía que esperaba a que yo dijera algo...

Tardé en darme cuenta de qué.

-Ah, eh, no pasa nada. Me quedo con él- dije atropelladamente. Él frunció los labios, tratando de reprimir una risa.

-Ethan, ¿te quedas con nosotros?

-Sí, claro.

Aquello me sorprendió. Pensaba que quería estar a solas conmigo.

-Yo también me puedo quedar por si acaso. Esta no es buena zona a estas horas- sonrió Dylan servicialmente, sin darse cuenta de nada el pobre. Jota se rascó el cuello; no se esperaba eso.

-No hace falta, tío. Estaremos bien, vete y descansa- se acercó y le dio una palmadita en la espalda, acompañándolo hasta el coche que estaba en frente-. Muchas gracias aún así.

-Bueno, como queráis- se encogió de hombros, aún sonriente. Ricardo tiró el cigarro al suelo, sin molestarse en apagarlo, y fue cogido la mano con Monica. Aiden y Megan se despidieron y entraron detrás. Una vez el coche arrancó y se fue doblando la esquina, Ethan tomó la palabra:

-Coincidiremos todos en que esto ha dado muy mala espina.

Nos quedamos en silencio mirando al suelo. Estábamos los tres de pie en círculo, con las manos metidas en los bolsillos por el frío. El aliento se condensaba en una bocanada de aire blanco. La calle no era muy larga, los charcos de lluvia del suelo refulgían por la amarillenta luz de las farolas. Sí, estaba en lo cierto: efectivamente aquello había sido premeditado.

Traté de escoger delicadamente las palabras para no ofender a Jota. Eran las cuatro de la mañana y me estaba muriendo del cansancio, lo último que ahora necesitaba en ese momento era volver discutir.

-Supongo que vosotros conoceréis mejor a Minerva que yo... pero no me parece de fiar.

Sin embargo, no pareció servir de nada.

-Quien no es de fiar es el Cesar ese- repuso tajante Jota

Ethan alzó las cejas, sorprendido ante aquellas palabras, y se cruzó de brazos.

-A ver, Jota, tendrás que admitir que no ha sido normal lo que ha hecho hoy...

-Sí, bueno, pero es que... No sé, no me pega que haga eso.- Terminó hablando con un hilo de voz, mirando a la nada:- Seguro que está mal o le pasa algo.

Internados: Desvelando los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora