C a p í t u l o 2 5 - Una más del grupo

760 71 2
                                    

Para el final de la semana la banda había recaudado más de mil libras. Todos los días llegaban nuevos encargos de permisos, trabajos y exámenes, lo que nos obligaba a reunirnos a diario para organizarnos y repartirnos las tareas. Al fin y al cabo, era el comienzo del segundo trimestre, tiempo en el que se hacen las recuperaciones de los suspensos del semestre anterior y momento en el que los profesores mandan los diferentes proyectos para el mes. Al parecer eran muy populares los encargos de trabajos de libros, nadie quería leer los largos y pesados clásicos, y yo me había animado a aceptar un par de trabajos de varios cursos menos. Haber salido con Luca y haber estado inválida todas las vacaciones me había servido de algo: había leído muchísimo.

Al final saqué un notable en el examen, así que una preocupación menos. No quería volver a pasar por el agobio que me había supuesto, así que estaba comenzando a ir a la biblioteca con Cassandra para poder organizarme con los diversos encargos, el estudio y las fiestas. Ella guardaba bastantes trabajos que había hecho en cursos anteriores, pero aún así era una tarea que requería mucho tiempo: para que diera el pego debía transcribirlos, esforzarse en la caligrafía, cambiar palabras y expresiones. Me ofreció ir con ella para poder guiarme y enseñarme cómo hacerlo bien, y durante los descansos íbamos a la cafetería y charlábamos un poco. Yo siempre me tomaba un café con leche y un sándwich de pastrami, y ella se cogía un té verde sin azúcar; decía que era muy bueno para la piel. Al principio me costaba un poco relacionarme con ella; su esbelta figura, su altivo cuello, su largo cabello cenizo y su constante rostro serio me imponían. Pero rápidamente me hice a su forma de ser: en grupo se solía mantener callada y al margen, como si estuviera esperando a algo, mientras que en solitario se transformaba en una chica demasiado sociable que hablaba hasta del vuelo de las moscas. Parecía que le molestara el silencio.

En las primeras reuniones siempre me preguntaba cómo Jota había acabado siendo amigo de ellos, pero al final acabé preguntándome lo mismo por todos. Cada uno era muy diferente y desde fuera no parecían guardar estrechos lazos afectivos. Pero al cabo de un mes pude pillar un poco mejor su ritmo. Cassandra y Ethan era muy amigos, Ethan era el mejor amigo de Jota, Monica y Megan habían ido juntas desde el primer día de clase, Ricardo y Dylan se conocían desde la infancia debido a la amistad de sus padres, y Aiden era amigo de ellos, Monica llevaba muchos años liada con Ricardo y Megan estaba había estado comprometida hasta ahora con Jota. El problema era cuando se juntaban; chocaban, se vacilaban y se contestaban con agresividad. Me acabé dando cuenta de que, al final, sólo eran adolescentes. Ese tipo de problemas lo tenía cualquier grupo.

Poco a poco me fui volviendo más hábil y acostumbrando más y más a la banda. Hasta disfrutaba de las obligadas fiestas en los clubes. Principalmente íbamos a dos: al MischSwam, un edificio entero en el que se realizan diversos eventos lujosos, y al Holary, un garito ubicado en la principal zona de bares a la que siempre va gente joven. El MischSwan se encuentra en una zona alta de las afueras a la que no llega el transporte público. No importa cuándo vayas, allí siempre hay gente de todas las edades, razas y tipos que, sea como sea, está rodeada por un halo de ostentación. Hay diversas salas de baile y de casino, y los jóvenes de las bandas tenemos una reservada en la que nos organizan juegos, pruebas y premios. Aquello se me hacía un poco esnob ya que, al final sólo éramos un grupo de chavales, pero suponía que el tener dinero y clase era lo que nos otorgaba el privilegio de regodearnos en ese ambiente. Muchas familias de miembros de la bandas pertenecían a cargos importantes y círculos adinerados, eso debía de influir de algún modo.

Por otro lado, el club Holary era un sitio más estándar al que podía entrar cualquiera. Principalmente íbamos ahí para mezclarnos con el resto de compañeros y colegios, los cuales a veces nos hacían encargos, y poder enterarnos de cotilleos que nos pudieran beneficiar en un futuro. Alguna vez, cuando se enteraban de algo jugoso y se les daba la oportunidad, chantajeaban a gente con sus secretos. Las falsificaciones no me parecían mal, al fin y al cabo, estábamos cubriendo una demanda y si no lo hacíamos nosotros alguien más ocuparía nuestro puesto, pero sobre la extorsión no sabía muy bien qué pensar. Ethan siempre decía al respecto"la información es poder". A lo que Cassandra contestaba: "y el poder es dinero".

Internados: Desvelando los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora