C a p í t u l o 6 - las bandas

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Perdonad por tardar tanto en actualizar esta vez uwu Estoy esforzándome en hacer capítulos más largos con más contenido, en vez de varios cortos que fragmenten la escena. ¡Este cap tiene 2.000 palabras, espero que lo disfrutéis!


Tras enseñar nuestras identificaciones nos guían a través de un largo pasillo. El techo es alto, las paredes son de color burdeos y está oscuro, a los lados se abren pasillos que dan a diferentes salas y hay gente de todas las edades dispersa en sofás y mesas. Apenas reparan en nosotros cuando pasamos.

Llegamos a un ascensor y conforme la cabina tiembla con la ascensión de pisos, el latido de mi corazón se acelera. Sin poder evitarlo, las palabras de Hayley invaden mi pensamiento. Había intentado no pensar en todo lo que me dijo ayer, ignorar las revelaciones que me habían supuesto sus palabras; sabía que si empezaba a dudar, mi decisión flaquearía rápidamente.

Intento calmarme buscando la serenidad de mis compañeros, pero eso sólo lo empeora. Todos permanecen en silencio, mirando hacia la puerta, con una nueva seriedad adoptada en sus rostros y un porte firme y altivo. Sólo se escucha el motor del ascensor amortiguado por una mezcla de melodías lejanas.

Me he metido en un mundo cuyo funcionamiento y envergadura desconozco. Y, lo peor de todo, es que lo he hecho a cambio de, ¿qué? ¿"Estar a salvo", como dijo Jota? ¿Cómo se puede estar a salvo metiéndose de lleno en la boca del lobo?

Alcanzamos nuestra planta. Los focos y la música techno invade nuestros cuerpos según las puertas se abren. Me deslumbro, y siento que no voy a ser capaz de hacerlo. Las piernas me tiemblan y me duele el pecho. Sólo pienso en Hayley, en que he tomado la decisión incorrecta y ya no hay vuelta atrás.

Todos salen, y, sin pensarlo, agarro fuertemente la mano de Jota, buscando un apoyo que me inste a moverme. Él dice algo que no alcanzo a distinguir con el ruido. Sólo soy capaz de fijar mis sentidos en la iluminada y concurrida sala.

Tira de mí, y doy un torpe paso al frente. Entonces reacciono. Jota repite mi nombre y aprieta mi mano. Nuestras miradas se cruzan, y el recuerdo es lo único que necesito para descender de nuevo a mí.

Le estoy cogiendo la mano al idiota ese, al que tanto me ha liado la cabeza en los últimos meses. No iba a resignarme a quedar mal a su lado, a ser conocida únicamente por ser "la novia de".

Sabía lo que tenía que hacer, lo que se esperaba de mí. Diversos ojos nos observaban, pero yo sólo podía mirar al frente, a la espalda de mis compañeros dirigiéndose hasta su sitio. Crucé la sala pisando con firmeza, alzando el cuello sin virar a a ningún lado. Era lo que hacían mis compañeros, actuar como si no existieran, no prestar atención a nadie. Porque no la merecían. Ellos no eran nada en comparación con Los ocho.

-¿Os habéis dado cuenta de eso? ¿De cómo nos han mirado los bebés del colegio ese?- se queja Megan frunciendo los labios-. Ugh, de verdad.

-Debería estar prohibido que les dejaran entrar- resopla Monica .

-A veces se te olvida que lo está, cariño- repone Ricardo, el chico rockerillo de melena ondulada. No sé si los dos aún seguían liados, al menos el semestre pasado se armó una buena cuando Monica se enteró de que se había acostado con Barbie.

-Tanto ellos como nosotros, pero bueno, el dinero es el dinero, ¿no?- comenta Ethan con neutralidad mientras se lleva a los labios una copa de vino.

Nos habían sentado en un sofá semicircular, alrededor de una mesa baja de mármol con diversas bebidas y aperitivos.

-¿Cuántos años tienen?- pregunto.

-El grupo ese tiene trece y catorce, son los más pequeños. Ni se te ocurra mirar, tía. No merecen ni que sepas de su existencia. Son unos críos- me explicó Monica, la cual estaba sentada frente a mí.

Internados: Desvelando los secretosWhere stories live. Discover now