Capitulo 17

1K 110 60
                                    

Rey del Norte

Entro al salón principal abriendo ambas puertas de lado a lado, los guardias ponen su mano recta en la frente apenas me ven. Frente a mi hay un escritorio con varios papeles, desahogo mi frustración tirando todo al suelo, coloco ambas manos en la orilla del escritorio y luego inclino la cabeza.

Endeavor entra a la sala y Hawks decide quedarse afuera.

—Su alteza, temo que la anciana nos engañó—mencionó en un tono desinteresado. Volteo y arrugo la nariz mientras me acerco hacia Endeavor.

—¿Cree que no me di cuenta!—grito. Coloco mi dedo índice contra su pecho. —Esa maldita vieja sabía desde un principio que ese mocoso no me daría la espada... Y ahora he perdido la oportunidad de poseer en mis manos un ejército enorme...

—¿Y si tratamos de recuperarla?

—¡Es imposible!—me aparto de Endeavor y comienzo a caminar por los alrededores. —Ese mocoso debe ser ahora el nuevo líder de los Anti-Elegidos, tratar de conseguir esa espada significaría una guerra contra ellos... mis hombres no serían capaces de enfrentar a esas bestias salvajes...

¿"Bestias salvajes"?

Me detengo, cruzo los brazos y llevo mi pulgar a los dientes. Ahora que lo pienso, ellos aún no saben que tienen un rey, aún deben pensar en los dragones, los Sabios Elegidos y todo eso... son ignorantes de la realidad... aún viven sumergidos en sus creencias... ellos no...

—¿Qué piensa hacer ahora?—Endeavor interrumpe mis pensamientos. —Sin la espada estamos igual que antes...

—¿Sabe algo?, Endeavor...

Me acerco a la pintura que cuelga en la pared detrás del escritorio, somos los cuatro reyes juntos, cada uno con su corona en la cabeza y su listón cruzando el pecho. Llevo mi mano al cuadro y acaricio mi retrato junto al Rey del Sur, suspiro, muestro una sonrisa que apenas se asoma y dejo salir una risita.

—Tengo un nuevo plan y creo que la espada ya no será necesaria...

—¿Disculpe?

—Quería la espada para tener al ejército más poderoso en mis manos, de esa forma los demás reyes dejarían de amenazarme... pero... quizás no sea mala idea ser amenazado...

—¿Qué quiere decir?

Entre las cosas que lancé al suelo, habían dardos, me pongo de cuclillas para recoger uno, miro la pintura y lanzo el dardo, atravesando justo mi cara en la pintura.

—Si de pronto el país del Norte se hundiera en la miseria y llegara un héroe, alguien que jamás han visto y pide que se unan a él para luchar contra un enemigo que inventó... ¿qué crees que pase?, supongo que para ese caso la espada ya no será necesaria, ¿cierto?

—No me diga que—Endeavor cierra los puños con fuerza. —¿Dejará que los reyes aprueben la idea de...?—su voz se quiebra, parece estar a punto de perder el control. —¡He estado trabajando para usted porque juró que nos protegería! ¡Usted dijo que los demás países dejarían de ver a los Elegidos como una amenaza!

—¡La verdad duele!—le interrumpí. —Nunca mirarán al país del Norte de otra forma... ustedes siempre serán una amenaza para los reyes, ¿sabe por qué?, porque ustedes son la única civilización capaz de controlar el fuego, además, en el Norte hay dragones, nadie en el resto de países sabe de su existencia... sólo los reyes y unos cuantos dentro del gobierno...

—¿Va a permitir que gente inocente muera sólo para luego aparecer como un salvador?, por favor, permítame recuperar esa espada... no hace falta ganarse al ejército de Anti-Elegidos de esa forma... créame que en una semana o dos...

Discretion (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora