Capitulo 14

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Bakugo

Hace frío, siento los pies húmedos, hemos estado caminando por un buen rato, siento que no llegamos a ningún lado, quisiera quejarme, Endeavor y Hawks caminan a mi lado como si pretendieran vigilarme, a puesto a que si uso mi poder en este momento, me matan. La anciana camina tres pasos adelante, voltea a verme y muestra con empatía una sonrisa, pareciera que sonrió para decirme «ya casi llegamos», gracias vieja, pero no estoy menos aliviado.

—Es un milagro que no esté lloviendo—dijo el Rey.
Caminaba junto a la anciana, sostenía una fuerte rama como bastón, ni siquiera está tan viejo, pero toquetea el suelo con la rama como si temiera caerse.
—Incluso si llueve, bien podríamos llegar volando—mencionó Hawks. Endeavor voltea a verlo y ladea la cabeza, Hawks suelta una risita.

Seguimos caminando hasta acercarnos a las ruinas de un castillo, a la par, encima de la colina, había un lago flotando, dando la sensación de un espejo que reflejaba el suelo y las ruinas. La ilusión era impresionante. La anciana me mira, se dirige hacia mi, se aferra a mi brazo y se inclina para decirme algo, igualmente me inclino para estar a su altura.
—No toques nada—susurró.
Confundido, me aparto y frunzo el ceño. La anciana pone el dedo índice sobre sus labios, suplicándome guardar el secreto, Hawks nos mira de reojo, asiento con la cabeza y me mantengo callado.
—Es momento de hacerlo—el Rey dejó caer su bastón y nos observa, básicamente esperando la respuesta de alguno de nosotros.
—Bakugo irá contigo, sólo él—aclaró la anciana. Hawks se encoge de hombros y Endeavor no dice nada.
Miro a la anciana, esperando a que diga algo más, pero ella sigue sonriendo, confiada, como si supiera a lo que iba. Trago saliva y camino hacia el Rey.
—Está bien—respondí.

Espero que no se trate de alguna mierda rara, porque juro que haré incendiar toda la montaña, además, no importa el tiempo que haya estado con la anciana, todavía no confío en ella, presiento malas intenciones, será mejor que me prepare.

De manera disimulada, enciendo una diminuta flama en la palma de mi mano, cierro el puño y decido guardarla de esa forma. El Rey me mira, me coloco a su lado y el reflejo del lago cambia a la imagen de un castillo por dentro, me empuja y caigo sobre un reflejo que me succiona hacia arriba.
Abro los ojos y me encuentro dentro del castillo, entonces, recuerdo las palabras de la anciana «no toques nada», ahora entiendo la advertencia, hay muchas joyas alrededor. De todos modos, no hubiera agarrado ninguna, no las necesito.
—Por aquí—mencionó el Rey.
Estaba a unos pasos cerca mío, no sé en qué momento apareció. Me causa escalofríos.

Sigo los pasos del Rey, camino detrás suyo para no estorbarle, aunque él es quien me estaba estorbando sinceramente. De repente, se detiene, casi tropiezo, pero pude mantenerme de pie, si no fuera rey, le hubiera reclamado por haber hecho eso. El Rey voltea a verme y estira la mano. ¿Quiere que le de algo?, no entiendo qué quiere.

—La espada—ordenó.
¿Cuál espada?, un momento, no estará pensando en la espada que me dio Todoroki, ¿o si?, las únicas personas que saben de la espada son Kirishima y Todoroki, por supuesto, los Anti-elegidos también, pero nunca le conté a la anciana ni a nadie más.
—He dicho, que me des la espada—imploró. Su paciencia parecía agotarse y la mano que esperaba tener la espada, tiembla con desesperación.
—No tengo una espada—respondí. Trago saliva. El Rey sonríe y toca su frente con dos dedos para masajear el comienzo de su nariz. Entonces, suelta una carcajada. Lo miro con desconfianza, retrocedo tres pasos y presiono más el puño que guarda la flama que tengo escondida.
—Bakugo—el Rey se acerca. —Ambos sabemos que hablo de la espada que controla a todo un ejército de Anti-elegidos. Me gustaría arrebatarla de ti, pero no puedo hacer eso, ya que sólo aparece con el poder de su dueño.

La anciana me engañó, me dijo que escoltaríamos al rey hasta su municipio en las montañas y después de eso continuaría con el entrenamiento, ¿para esto me alejó de Kirishima?, ¿para darle mi espada al rey?, no puedo creerlo, estaba tan desesperado por salvar la aldea, saber la verdad de todo y tener a Kirishima que actué como un idiota. Esa anciana me las va a pagar.

—Su majestad, me temo que tendré que terminar la misión aquí, tengo cosas mejores qué hacer, no le daré mi espada, pero, incluso si lo hiciera, dudo que pueda soportar su poder...
—¿De qué hablas?, ¿no vas a dármela?—preguntó.
—¡Qué inteligente!—grité. Levanté el puño y lo abrí al instante para liberar una explosión masiva de fuego. Lo usé como distracción para salir corriendo y buscar la salida, pero a conforme iba avanzando, más perdido estaba, miro de reojo las mismas joyas de antes y de nuevo recuerdo aquellas palabras de la anciana. —¡Me importa una mierda!—toqué las joyas, incluso las colgué en mi cuello. El piso comienza a temblar, el techo se desmorona, corro en dirección contraria a los escombros y noto el reflejo del lago en el techo. Salto hacia el espejo y de inmediato soy trasladado a las ruinas. Levanto la mirada y sonrío al ver a Hawks, a Endeavor y a la anciana frente a mi.

¡Logré escapar!

—Bien hecho, Bakugo, has escoltado al rey, ahora podemos irnos—mencionó la anciana. Camino hacia ella y la empujo al suelo.
—¡Eres una maldita traidora!—hago que en mi mano aparezca una flama intensa. Estoy a punto de lanzarla en su cara, cuando de repente, un olor a ceniza me distrae, volteo y llamas de colores parecen consumirme desde la espalda, comienzo a retorcerme hasta caer de rodillas al suelo, las flamas en mi mano se apagan y la anciana se levanta, sacude su ropa y me mira inclinando la cabeza.
—Lo siento, Bakugo—fueron las últimas palabras que escuché salir de su boca antes de terminar inconsciente.

Las cosas no deberían ser así.

Continuará.

Discretion (fanfic)Where stories live. Discover now