Capitulo 13

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Kirishima

Escucho el chirrido de una puerta de hierro abriéndose, después, pasos lentos acercándose a mi celda, el eco de los zapatos pisoteando se detiene y alzo la mirada al frente para luego notar a dos tipos uniformados de manera desconocida para mi. Ellos me miran de mala gana, no digo nada, simplemente los observo. Uno de ellos escoge una llave de las varias que cuelgan en su argolla de metal y abre el candado, suspira, mira a su compañero, entiende la indirecta y bruscamente me quitan las cadenas, luego me empujan al suelo y ambos se ríen como si sus acciones fueran dignas de un halago.

—Esto es lo que pasa cuando un ladrón intenta salirse con la suya—comentó el más alto. —Los trucos de magia no te librarán de la ley, créeme—agregó. Su compañero se ríe. —¡Camina!—me grita mientras me empuja para acelerar mi paso. Si no me sintiera tan débil, ya les habría dado una paliza.

Los dos me sujetan las muñecas detrás de la espalda y me llevan por un pasillo estrecho, caminamos un rato hasta escuchar las voces de una multitud enojada, comienzo a inquietarme, pero no hago nada. Las puertas al final del pasillo se abren, toda la luz de afuera entra y parpadeo arrugando la cara por la intensidad del sol, salimos y viendo a mi alrededor, noto que estoy siendo rodeado por personas gritándome y maldiciéndome, al frente hay una tarima de madera con una guillotina en el centro. Los tipos me piden subir a la tarima, comienzo a subir las escaleras, pero tropiezo cayendo de cara al suelo, la multitud goza, con debilidad me levanto y continúo hasta llegar a la guillotina, me arrodillan a la fuerza y coloco la cabeza en medio del artefacto, todos gritan de la emoción, siento la mirada perdida, mi respiración es agitada, estoy cansado.

¿Cómo llegué hasta aquí?

Cuando me separé de Bakugo, hace unos meses, seguí mi propio rumbo hasta cruzar la frontera, pasaron los días y encontré un muelle, a partir de ahí, caminé hasta llegar al pueblo de una civilización desconocida. Las personas aquí visten muy diferente, fue lo que pensé. Estructuras de ladrillo, caminos pavimentados, vehículos extraños que las personas manejan; carruajes con caballos, y muchísima gente caminando a todas partes con prisa, ¿qué es todo esto?

Vengo de la naturaleza, aprendemos a luchar desde la infancia y nos entrenamos para enfrentar dragones, eso es todo lo que conozco hasta ahora, en cambio, en este lugar las personas parecen más preocupadas por su apariencia que por los dragones, probablemente ni siquiera saben que existen.

Mientras deambulaba, me dio hambre y casualmente vi varias manzanas en una enorme canasta debajo de un techo, agarré una y la devoré con gusto, un sujeto se acercó y me reclamó diciendo que debía pagar por eso, no entendía a lo que se refería, pero se enojó tanto que intentó golpearme, por supuesto me alejé e hice aparecer mi fuego en caso de una batalla, pero él se asustó tanto que aterrado se alejó y me gritó que era un mago ladrón, sin entender, di la vuelta para irme, pero me resbalé y sin todavía haber apagado mi fuego, caí sobre su puesto de manzanas y lo terminé incendiando, las demás personas se percataron del incidente y con miedo se alejaron del lugar, por otro lado, yo intentaba salvar la mayor cantidad de manzanas posibles, y dejando el desastre atrás, me llevé algunas frutas en brazos luego de salir corriendo.

Desafortunadamente, un grupo de sujetos uniformados me detuvieron lanzándome agua encima, por culpa de eso, me distraje y me golpearon la cabeza, dejándome inconsciente, más tarde, cuando abrí los ojos, estaba en la celda y ahora van a matarme.

—¡No es un ladrón!—gritó un niño tratando de sobresalir entre la multitud, estaba descalzo, bronceado, con los pantalones rasgados y la cara sucia. —¡Usó fuego sin tener un encendedor!—los uniformados lo callan. —¡Es un Elegido, mi padre me habló de ellos!—respira agitado. —¡Son reales, si existen!—un sujeto aparece frente al chico y lo golpea en la cara, provoca que caiga al suelo y comienza a patearlo. —¡Cállate!, pequeño demonio, ¡tu padre estaba loco!—le regañó con violencia. —¡Ese viejo senil decía tonterías!—prosiguió.

Entiendo, nadie en esta avanzada tierra conoce de nosotros, somos prácticamente un rumor para ellos, eso explica porqué cuando usé mi fuego contra aquel sujeto, se asustó tanto, tiene sentido que me llamara mago ladrón.

Rendido, bajé la cabeza y uno de los uniformados se coloca junto a la cuerda, me mira, sonríe y con fuerza tira del mecate para luego observar como la cuchilla baja hacia mi nuca con toda velocidad, cierro los ojos y aprieto los dientes, pasan los segundos, todavía estoy consciente y despierto, abro los ojos y la multitud está en silencio, miro de reojo la cuerda de la guillotina incendiándose, además, flamas repentinas habían convertido en cenizas a los uniformados, incluso el hombre que estaba lastimando al niño salió corriendo, ¿qué provocó todo esto?, me levanto, miro hacia arriba, resulta que hay varios dragones en el cielo, asombrado, parpadeo para estar seguro, uno de ellos desciende y en sus garras me recoge para sacarme de ahí, las personas gritan y aquel niño, me observaba con anhelo, mostrando una gran sonrisa orgullosa, como si fuera el hombre más satisfecho del mundo.

Volamos gran rato en el cielo hasta llegar a un curioso palacio escondido en una isla solitaria, aterrizamos, me sueltan y los dragones se transforman en humanos, estoy sorprendido, a penas puedo decir algo, toda mi vida creyendo que era el único hasta que me encontré con ellos.

—La Sabia Elegida nos habló de ti—mencionó uno de ellos. —Nosotros somos conocidos como Los Tres Grandes, mi nombre es Mirio—se señala a sí mismo. —Ella es Nejire Hado—la señala. —Y él es Tamaki—lo señala. Luego se cruza de brazos y me mira sonriendo. Confundido los observo de pies a cabeza.

—Pensé que era el único, no lo entiendo—dije un tanto avergonzado. —Está bien—respondió Mirio. —Puedo contarte un poco sobre nosotros, si quieres, debes estar confundido después de todo. —¿Crees que sea necesario?, podría arrepentirse y volver al Norte como si nada—comentó Tamaki. —No te preocupes, se que este chico no sería capaz de volver al Norte con las manos vacías—respondió Mirio. —¿Qué quieres decir?—pregunté.

Todos se miran entre ellos y suspiran. —¿Sabes dónde estás?—preguntó Hado. Sacudo la cabeza negando, y ella suelta una risita. —Estás en el país del Sur, enemigo casi fatal del Norte, aquí nadie sabe de nuestra existencia, viven en su propio mundo alabando al Rey—explicó. —¿Rey?, pensé que el único poder existente era el Sabio Elegido, aunque ahora está muerto—respondí. —Lo siento, pero tu querida aldea no se puede comparar con la armada de un Rey y mucho menos con el Concejo Imperial, somos prácticamente hormigas en un palacio. Me alejo unos pasos hacia atrás y caigo sentado al suelo, es demasiado para procesarlo. —¿Qué hay de Marion?, ¿los dragones?, ¿mi aldea?, ¿Bakugo?, no lo entiendo, hay mucho más que el simple lugar de donde vengo, y todavía no me queda claro quiénes son ustedes...
Hado se sienta junto a mi y pone su mano en mi hombro. —Parece que tendremos mucho de qué hablar durante estos dos años de entrenamiento, ¿no crees?—Ella sonríe y los demás asienten con la cabeza.

—Primero que nada, somos discípulos de La Sabia Elegida, nosotros fuimos adoptados por la anciana, no teníamos a nadie, ella nos crió a escondidas del Sabio Elegido en un lugar oculto en el templo sagrado, nos educó y formó en nosotros un poder increíble—ella muestra su fuego abriendo la mano, su flama es color violeta y brilla. —La historia detrás de dicho poder sigue siendo un misterio—aclaró. —Pero gracias a ella fuimos salvados—sonríe con nostalgia. —Cuando crecimos lo suficiente, nos fuimos del Norte y dejamos de vivir escondidos, ahora nuestra misión es entrenarte para que dentro de dos años, la anciana pueda contarte la verdad de todo.

—¡Serás tan fuerte que nadie podrá detenerte!—exclamó Mirio.
—No es solamente saber la verdad de todo—respondí. Me puse de pie, presioné mis puños y cambié mi expresión a una más seria. —Es para volver a estar con la persona que amo que decidí hacer esto.
Sorprendidos me observan, y después sonríen. —Entendemos, definitivamente te apoyaremos, el amor es la fuente de toda fuerza en este mundo, créeme que lograrás grandes cosas si mantienes ese sentimiento—mencionó Mirio entusiasmado. —¡A entrenar!—gritó.

Continuará.

Discretion (fanfic)Where stories live. Discover now