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Pov Queen:



-Así es, desde tu encuentro con los payasos, donde te dispararon y llenaron de balas, he pensado que quizás necesitas una escolta, alguien que te "proteja" mientras haces tu trabajo. No puedo permitir que lastimen a mi nueva asesina, ¿no te parece?

-Sabes que no pueden hacerlo.

-¿Estás segura?

Su sonrisa enseña las puntas de sus colmillo y yo ya sé que trama algo, que (evidentemente) desconfía desde que C.Pop y L.Jack me hicieron desaparecer de su vista. Es obviamente mentira que quiera protegerme, lo que busca es tener a alguien que me vigile de que haga alguna cosa que pueda causar que nuestro trato se rompa o que Jason sea feliz. Sé que no es idiota, el muy maldito es más inteligente de lo que uno esperaría, mas yo no me voy a dejar vencer y haré hasta lo imposible por conseguir mi objetivo. 

-Sé perfectamente que, salvo tú o, quizás, alguno de los asesinos que tiene mis mismas facultades, nadie puede matarme.

-Qué confiada, sin embargo, no me interesa. Tendrás una escolta y punto, tienes que obedecer sin chistar lo que yo diga, así que sé buena y saluda a tu guardia, Slenderman. 

Un aire frío me rodea y al mirar hacia el lado que apunta el demonio, desde la obscuridad de las paredes, más precisamente de una esquina, una figura alta y delgada, vestida de traje, con extremidades largas y sin rostro, aparece surgiendo como si hubiera formado parte de la negrura misma. Sus movimientos son lentos y tranquilos, un tanto escabrosos debido a la forma de su ser y, en cuanto lo tengo a mi lado, me doy cuenta de que me lleva quizás unas dos cabezas de altura. Sé que soy petiza, incluso con los zapatos que ahora "forman parte de mi uniforme", no obstante, ésta cosa parece casi un árbol con piernas. 

Una inclinación de cabeza es su único gesto hacia mí y, cuando habla, juro que me dan ganas de abrirlo al medio y averiguar cómo es que lo hace sin tener rasgos faciales u orificios para que el sonido sea expulsado de él. 

-Es un placer, Srta. Arlequín. 

-Quisiera poder decir lo mismo, no me gusta tener un perro guardián siguiéndome a cada paso como si fuera una niña. 

-Pues eso no me interesa en lo más mínimo, Slender irá contigo a donde vayas y no hay discusión posible. 

Sé perfectamente que no le afecta en lo más mínimo, pero mi mirada asesina está tan fija en el que, si fuera posible, ya estaría muerto. Realmente me gustaría poder destazarlo, quemarlo y bailar como los paganos al rededor de sus cenizas. O bueno, sobre ellas. 

-Solo dime qué carajo tengo que hacer y deja que me vaya, el verte solo me irrita. 

-Lo tomaré como un cumplido y quiero que me traigas la finalización de un contrato.

-¿Cuál será ésta vez?

-Un mortal ambicioso que ofreció la vida de su esposa y sus dos hijas pequeñas a cambio de riqueza. Quiero que me los traigas a los cuatro, pero que mates primero a su familia frente a él, que sufra, su alma será más deliciosa. 

-Sabes que no asesino a inocentes, manda a algún otro de tus idiotas, no mataré a quien no se lo merece. Si quieres al desgraciado no hay problema, mas no mataré a su familia. 

-Te olvidas de que yo soy quien decide.

-No, no me olvidé, pero parece que tú si sobre le hecho de que dije que no asesinaría porque sí, que debía haber una razón y no por capricho.

-No es un capricho, es una finalización de contrato y tú vas a cumplir con él. Obedecerme es parte del trato y sufrirás de lo contrario; es tu castigo.

El JugueteroWhere stories live. Discover now