16º*

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No sé qué hora es y tampoco me importa, estoy cómoda y calentita metida entre las mantas que huelen al delicioso perfume que usa mi juguetero y que me envuelve y enloquece los sentidos como pocas cosas lo consiguen. Pero hay un detalle, algo que falta: a diferencia de mis horas de sueño, no siento el cuerpo de Jason junto al mío, estoy sola en la cama. O por lo menos lo estaba, hasta que una caricia suave en mi mejilla me indica que tengo compañía. Con una sonrisa, abro los ojos para encontrarme con los dorados de mi pelirrojo, mas lo que veo me hace sobresaltar, pues en lugar de dorado, el iris que veo es gris y el otro está tapado.

-Mr. Bunny, me asustaste.

Él ladea su cabeza bicolor en su perpetuo silencio, contemplándome fijamente; me pondría nerviosa si no fuera porque es demasiado adorable como para causar algo más que ternura. Él alza nuevamente su bracito y lo pasa por mi mejilla, acercándose luego un poco más a mí y rozando su nariz rosada en el mismo punto donde me acarició antes, para luego acomodarse contra mi pecho, haciéndose un ovillo bajo la manta, lo cual me produce risa.

-¿Estás cómodo, conejo?

Nuevamente, no responde de forma verbal, simplemente se limita a acomodarse mejor contra mí, frotando su trompita contra mi persona. Mis dedos pasean suavemente por entre sus orejas y muero de ternura por la imagen que me da esta situación. Sin embargo, no puedo evitar mi curiosidad sobre el paradero del ojidorado, por lo que decido interrogar al peluche mimoso contra mi pecho.

-¿Dónde está Jason?

Su bracito beige se alza y apunta hacia la puerta, sin ningún tipo de intención de moverse de su posición, y tampoco resulta necesario porque, aunque yo iba a ir en su busca, parece que hubiera sentido el llamado ya que, al instante siguiente, mi pelirrojo aparece por ella, tan solo con unos pantalones negros de franela de dormir y una bandeja con el desayuno en ella. Al ver que estoy despierta, su sonrisa se dibuja en sus labios y se acerca rápido a la cama, dejando la bandeja sobre la mesa de luz a un lado y sentándose en el colchón para alcanzar mis labios en un beso.

-Buenos días.

-Muy buenos.

-Esperaba encontrarte dormida, pero me has ganado de mano.

-Lo siento, entre que no te sentí en la cama y este individuo que vino en busca de caricias, me he despertado.

Con una ceja alzada, baja su mirada de oro hacia el conejo pegado a mí y éste se limita a devolverle la mirada, sin mover siquiera un hilo de su ser afelpado, como retándolo a que se atreva a levantarlo. La risa de Jason me sorprende, mas me hace calentar el cuerpo en menos de un segundo.

-Así que mi creación me quiere robar el lugar junto a mi chica. ¿No te parece que algo no cuadra aquí, Mr. Bunny?

El conejo no hace más que mover su cabeza negativamente y hundirla contra mi pecho, dejando de observar a su amo, quien no hace nada más que sonreír divertido por el atrevimiento del peluche.

-Increíble, me voy unos minutos y, enseguida, este orejón de felpa ya quiere ocupar mi lugar. Lo siento compañero, ella es mía.

Con esas palabras, agarra al muñeco entre sus manos y lo alza, separándolo de mí y causando que se retuerza en su agarre, sacudiendo brazos y patitas, en un intento por ser devuelto a su lugar. La escena me causa diversión y ternura, por lo que alzo la mano para frenar la del pelirrojo y agarro a Mr. Bunny, volviéndolo a poner sobre la cama a mi costado, aunque del otro lado para que el ojidorado pueda acomodarse contra mí también.

-Déjalo, no pasa nada, hay suficiente espacio para ambos y no es como si, primero, esta cama fuera chica y, segundo, él ocupara mucho lugar.

-De acuerdo, sin embargo, accedo solo porque tú me lo pides.

El JugueteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora