DIECIOCHO. 十八

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❧ 𝙴𝚕 𝚙𝚊𝚜𝚊𝚍𝚘 𝚍𝚎 𝚞𝚗 𝚜𝚘𝚕𝚍𝚊𝚍𝚘 𝚙𝚝

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Habían pasado dos largos años desde que su madre falleció. Para Rhys fue difícil asimilar la muerte de su progenitora, aún no entendía bien lo que significaba aquella palabra y prefería no hacerlo.
Erwin, su hermano, se vio distanciado cuando comenzó a estudiar más sobre historia, interesándose por el trabajo de su padre. Pasaba las noches leyendo bajo las mantas de su cama, donde algunas veces Rhys se refugiaba sin importarle escucharlo hablar de cosas que no comprendía. Le bastaba con pasar tiempo a su lado.

Pero aquella noche resultaba distinta. Su padre tenía que hacer una visita a Mitras para darle clases particulares a un niño que no podía asistir a la escuela por problemas de salud. Él se había ofrecido voluntariamente y con amabilidad para ayudar a la familia.

— ¿Puedo llevar mis muñecas? —Rhys asomó su cabeza por la puerta que daba a la sala. Se suponía que debía quedarse con su hermano, pero había insistido tanto a su padre por acompañarlo que al final no tuvo más opción que aceptar. No podía negarse ante esos dulces ojos azules.

— Solo una, Rhys. —advirtió y miró la hora en el viejo reloj de bolsillo que tenía guardado dentro de su pantalón—. Apresúrate que se nos hace tarde.

— ¡Sí! —lanzó un suave grito en respuesta y corrió hacia su cuarto lanzando algunas prendas de ropa al suelo, seguido de peluches y juguetes que decoraban su estante. Buscaba desesperadamente la muñeca de trapo que le había regalado su madre en su cumpleaños número seis. Al dar con ella sonrió y corrió de nuevo hacia donde su padre esperaba por ella—. Estoy lista. —al llegar se dio cuenta que aquel hombre le estaba dando instrucciones a su hijo para que se cuidara.

— No te preocupes papá. Estaré bien. —aseguró con una cálida sonrisa. Miró a su hermana junto a él y le revolvió en cabello con cariño—. Cuídate, Rhys, tráeme algo de Mitras.

— Te traeré muchos dulces. —comentó arrojándose a los brazos de su hermano y apretándolo con fuerza. La diferencia de estatura no era mucha, ella también era alta—. Cuídate mucho, nii-san, te echaré de menos.

— Yo también te extrañaré mucho. —le sonrió dejando un beso en la frente de su hermana—. Cuídate mucho y trata de no ser tan tímida.

Rhys y su padre subieron a la carreta y se despidieron de Erwin agitando su mano. Ella no le quitó los ojos de en cima ni dejó de mover su mano hasta perderlo de vista. Cuando eso sucedió soltó un fuerte suspiro. Volvió a su asiento mientras veía la hermosa vista del atardecer.

— Rhys, sujétate. Entraremos al bosque y el camino es más rocoso. —advirtió acomodando sus gafas y sujetando con fuerza las riendas del animal.

Ella asintió siguiendo sus órdenes. Una vez que entraron al bosque los rayos de sol desaparecieron y hubo una gran oscuridad rodeándolos. Prefirió cerrar sus ojos ante el miedo de encontrarse con un monstruo asomándose entre los árboles. Sabía que su padre estaba allí para protegerla, pero aún así no pudo evitar sentir miedo.

𝐅 𝐈 𝐆 𝐇 𝐓 ┇ ❛ 𝐸𝑅𝐸𝑁 𝐽𝐴𝐸𝐺𝐸𝑅 ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora