Capítulo 16

1.5K 217 12
                                    

Narrador omnisciente:

Nashira se dirigió directamente hacia el cielo por el llamado de su padre.

Se posó frente las puertas donde se reunirían. Espero a que los guardianes las abrieran y entró para ver a algunos de sus hermanos con armaduras cubiertas de sangre.

-¿Qué ha pasado aquí?

-Agnus Dei, al fin llegas.-Miguel se acercó a ella quitándose el caso.

-Hermano ¿Ha ocurrido algo?

-Nada de lo que debas preocuparte. Ya nos hemos encargado nosotros.

-Explicate.

-Padre nos envió a Luzbel y a mi a luchar al infierno. Por lo visto había un demonio superior que estaba movilizando a los seres de allí. Tuvimos que pelear antes de que se formará una guerra.

-¿Se puede saber por qué no habéis acudido a mi? ¿Por qué Padre no me envió junto a vosotros?

-Quiso que te quedaras en caso de que nos fuera mal o algún demonio se escapara. Serías nuestro refuerzo.

-Pero... Soy el arcangel encargado de esto. No lo comprendo.

En ese momento Luzbel apareció junto a ella.

-Tranquila, manzanita. Solo fue una pequeña revuelta.

-Aún así....

-Fue lo mejor. Además, Padre ha notado que estas últimamente más distante y ocupada. No quiso involucrarte más.

-Hermanos, sin ofenderos a ninguno, es como si me estuvierais destituyendo de mi cargo.

-No pienses así, Agnus Dei. Solo ha sido algo espontáneo. Además, el ejercito del cielo puede encargarse de algo como eso.

-Yo soy el arcángel protector de la luz, aquel encargado de luchar contra las fuerzas oscuras. Al menos debisteis notificarme un movimiento de este tipo.-el enfado de antes aún residía en su interior y eso es algo que Luzbel notó.

-Venga Nashira, calma no es para tanto.-su hermano intentó detener su enfado.

-¡No me toques, Miguel! No estoy de humor.

-¡Basta!- una voz grave y fuerte resonó por la sala dando lugar a su padre. Los tres hermanos se inclinaron ante él sin dudarlo.- Los arcángeles como vosotros no deberían sucumbir a tales pecados. No quiero más discusiones ante mi presencia. Y tú.-se dirigió a la joven de cabellos castaños-. Creí que habías madurado y eras merecedora de este puesto que te concedí. Parece que me equivoque, puesto que vas por el camino incorrecto.

-No, Padre.-se levantó precipitadamente-. No es así, sabes como soy. Te hice sentir orgulloso, no puedes decir eso.

-Ni una palabra más Nashira.-ordenó haciéndola callar-. Deberías tomarte unos días para pensar en tus actos.

-Por supuesto..... -agachó la cabeza-. Como ordenes, Padre.-hizo una reverencia y salió volando de allí.

-Espera, Nashira.-Luzbel miró con desdén a su padre y voló tras ella.

***

Narra Nashira:

Lo había perdido. Increíblemente, me habian suspendido de mi trabajo por unos días como castigo a mi ira. Y Lilith estaba volviéndose aquello que yo más temía. No sabía que hacer, ni a quien acudir.

Me senté en aquel lugar, en los extremos del cielo. Era el pilar más alto de aquella parte y donde podía verlo todo. Necesitaba pensar en todas las cosas que habían ocurrido, demasiadas que me atormentaban y todas ellas habían pasado en apenas unas horas.

-Nashira, al fin te encuentro.

-Marchate.

-No te voy a dejar sola.

-Que te largues, Luzbel.

Sentí su mirada en mi y le escuché suspirar para después sentarse a mi lado. Le miré de nuevo y suspiré

-¿Qué debo hacer, Luzbel?

-Eso es difícil, que tú sientas ira es extraño. Mucho más que te enfrentes a Padre o a uno de nuestros hermanos. No es típico de ti ¿Hay algo que deba saber?

-Lilith.-dije con simpleza-. Ha aceptado el poder de los seres oscuros. Y no quiere dejarlo.

-Eso.... Nashira, siento decirlo. Pero no puedes hacer nada al respecto. Conoces a Lilith y no cambiará de opinión.

-Pero no quiero pelear contra ella, y tampoco puedo renunciar a mi puesto. Estoy partida entre dos cosas.

-En ese caso, lo único que te queda es elegir tu prioridad manzanita.

Y eso haría.

***

Llegué una vez más allí. Lo había decidido. Abrí la barrera y esperé a que Lilith saliera de donde estaba para hablar las cosas a la cara.

-Si has venido para hacerme cambiar de opinión te diré que no será así.

-No he venido para eso, tampoco lo busco.

Mis alas se extendieron por si solas y tomé mi lanza apuntando hacia ella.

-¿Así quieres que sea? -se cruzó de brazos sin evitar mirarme. Asentí en respuesta.

Esta era la primera vez que peleariamos. O eso creía.

Me acerqué rápidamente a ella y la derribe antes de que pudiera defenderse. Coloqué mi rodilla en su abdomen evitando que se moviera y la miré a los ojos. Levanté mi reliquia y vi como cerró los ojos esperando que se la clavara. Pero no sería así. Bajé mi mano con la misma velocidad y la clavé a su lado. Abrió los ojos asustada y me miró.

-No sería capaz de matarte, Lilith. Y no pienso hacerlo.-hablé en voz baja. Tomé su mano para incorporarla y dejarla a mi lado. Posé mi mano derecha en la empuñadura de la lanza mientras la otra la sujetaba-. Renuncio a mi puesto. Solo lo usare para protegerte.-concluí.

-Pero.... Creí que...-la besé sin dejarla terminar con un pequeño sonrojo.

-Luzbel me ha hecho ver la luz. Y tú eres aquello que más me importa Lilium.

Recordé aquellas palabras que le dirigí a mi hermano en aquel momento.

-Entonces ¿Qué harás?

-Renuncio a mi puesto, hermano.

-¿Estas segura? A pesar de lo que él opiné.

-Nunca he sido nada más que un peón para él. Busqué mi libertad y la encontré con ella.

-Te apoyaré. Pero, ten cuidado con lo que pueda ocurrir.-se levantó-. Debo irme, manzanita. Si pregunta...

-Dile lo que creas conveniente a aquel a quien llamas padre.

Ese ya no era mi padre, nunca más lo sería.

Costara lo que costase, Lilith sería mi única razón para moverme. Sería su ángel y ella mi demonio. Sin importar lo que Dios opinara.

Aunque eso significara que tuviera que enfrentarme a él.

Nuestro edén (Lilith y tu)Where stories live. Discover now