XI: Mis ansias de encontrarte

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-Cacius y yo nunca volvimos a hablar sobre eso, pero...

-Aguanta, aguanta, aguanta... -Fisher me interrumpe, perplejo-. ¿Cacius es gay?

Observo a Fisher asombrado. Me duele la garganta con todo lo que he hablado y este hombre reacciona con eso, increíble.

-Fisher, no me jodas, ¿solo eso registraste?

-Co-cory he-he escuchado to-todo lo que me-me cu-cuentas, pe-pero te juro que jamás habría imaginado algo así de él.

Me causa gracia su tartamudez. Fisher nervioso pierde todo su autocontrol, verlo así me hace reír.

-Comprendo por qué lo dices, Cacius es demasiado serio e inexpresivo, cuesta pensar en él como algo diferente a un robot.

-Bueno, las apariencias engañan. Entonces, ¿a dónde vamos?

-Partimos a España, tío. -Me mira boquiabierto-. Fisher, ¿no escuchaste mi historia? -Sigue en el mismo estado, ¡ay! Este hombre-. Debemos ir a Alicante.

Lo veo suspirar con resignación, gesto que cambia en cuanto su teléfono suena y verifica de quién se trata.

-Bien, primero atenderé esta llamada de Rex y luego salimos.

Contesta la llamada eufórico, luce muy feliz al hablar con su pequeño. ¿Alguien tendrá esa reacción conmigo?, ¿la tengo yo acaso?

-Agregaré al vampiro a la videollamada, pa... -Escucho al pequeño decirle y la mirada de Fisher se ilumina, asiente como figurilla cabezona. No hay duda que está súper flechado por el maldito puberto-. ¡Cullen! -oigo gritar al niño.

¡Qué gracioso! El chiquillo lo apoda como el vampiro de Crepúsculo, no puedo dejar de reír.

-¡Hey! Los he extrañado un montón. -Escucho decir al puberto. Siento deseos de molestarlo, pero me contengo por el niño.

-¿En serio? Pero parece que vas a salir, ¿tienes una cita, Cullen? -Me suelto a reír y Fisher hace señas para que me calle, no necesito molestar al puberto ya este niño lo hace.

-¿Qué? ¡No! Saldré con unos amigos a celebrar, mi regreso formal al equipo de natación -responde el maldito puberto, la verdad me gusta escuchar esa noticia, el chico tiene talento.

-¡Eso es genial! -Fisher sonríe ampliamente al contestar, luce muy emocionado y orgulloso. Es definitivo, está tragado por el puberto.

Decido dejarlos tener su conversación familiar en privado y vuelvo a pensar en Cacius.

Ambos anhelábamos volver a ese lugar, yo hace muchos años no pensaba en nada de esto, pero quizás mi sueño es algún tipo de señal. Tal vez el hombre roca -movido por su corazoncito- decidió regresar a ese pedacito de paraíso escondido, donde fuimos felices por última vez.

Amé cada segundo de ese viaje. Recuerdo lo nervioso, apenado y confuso que me sentí luego del beso. Abrí los ojos al percibir las pequeñas lamidas de Cerberus en mi mentón y así me di cuenta de que ya Cacius y Coto se habían ido.

Permanecí en la orilla, contemplando los cálidos tonos del atardecer con Cerberus sobre mis piernas mientras lo acariciaba y besaba su pequeña cabeza de vez en cuando, en mi mente no paraba de repetirse ese roce de nuestros labios y aquella taquicardia descontrolada que me provocó.

-Cory, usas el avión de la fundación como tu taxi particular -me dice Fisher abrochándose el cinturón, así me devuelve a esta realidad en la que nos preparamos para el despegue.

-Fisher, es mi avión, yo se lo presto a la fundación. -Luce perplejo, creo que aún no conoce la grandeza de mi fortuna-. Fisher, soy el único heredero de la familia Evans, nunca me ha faltado el dinero. -Me encojo de hombros, él vira los ojos y luego de un suspiro posa la mirada en la ventanilla. Yo hago lo mismo hacia la mía.

Mi Lugar Sobre el Arcoíris || Bilogía Arcoíris Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora