XXXIX: Insomnio

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La mirada esquiva se cruza con el permanente ceño fruncido, las grandes manos se aferran con fuerza a la cintura y así los brazos ejercen suficiente presión para mantenerlo en su sitio, sentado sobre la mesa de pool. La descarada boca del mayor solo abandona los labios jóvenes para migrar a través de su mentón, cuello y hombros mientras remueve con pericia los ropajes que envuelven el cuerpo del joven chico.

Decir que el miedo late dentro de su ser sería quedarse corto, pues el trepidar se intensifica conforme la piel queda expuesta y sus ropas son reemplazadas por los besos provenientes de una boca ávida, cargada de lujuria y deseo.

—Pa-para por fa-favor… —consigue suplicar en un tembloroso susurro, el chico, cuya espalda desnuda ya siente la suavidad de aquella mesa, pero el mayor no se inmuta, continúa en el mismo plan; después de todo, él es quien manda y lo obligará gustoso en nombre del amor, además, él solo quiere enseñarlo.

La piel del hombre se siente caliente, sin duda sus poros expulsan el deseo. Para él no hay un "no" que valga y en nombre de lo que él suele llamar "amor" sigue adelante, ignora por completo aquellas palabras balbuceadas con temor. 

El sonido de la cremallera resulta dulce para el hombre que presiona sobre el chico, cuyos ojos verdes suplican clemencia entre lagrimas. Teme lo que le espera, pero negarse supondría un castigo.

"Te amo", no deja de escuchar, aunque esas palabras carecen de verdad; quien ama no fuerza, mucho menos castiga. El dolor en el cuerpo del chico cuando se han fundido es indescriptible, pero más arde y quema por dentro saberse nuevamente traicionado.

Los jadeos y gemidos del hombre opacan por completo los sollozos del chico de los ojos verdes, la presión que siente encima es asfixiante, solo le queda rogar en silencio mientras se torna más salvaje, una gran mano se enreda entre los cabellos oscuros de su pequeña cabeza antes de que un nuevo beso sea robado, el insoportable dolor le impide seguir callado, así su boca acaba vociferando…  

—¡¡Papiii!!

—¡Reeeex! —grito aterrado y giro con vehemencia hasta caer de la cama. Me incorporo de golpe en el suelo, temblando, no puedo parar de llorar.

Ha pasado una semana desde el inicio de esto y aún no hay una pista de Rex, la culpa me golpea con fuerza y no dejo de sentirme inútil.

Enciendo un nuevo cigarrillo y me escurro en el suelo del balcón a terminarlo con la vista fija en la oscuridad. Ese horrendo sueño se ha repetido cada noche desde que este infierno empezó. Campbell me recetó algo para dormir, pero asumo que la culpa es demasiado fuerte porque el medicamento no hace suficiente efecto.

Observo a los tipos de negro dispuestos alrededor de la casa y no puedo creer que debamos estar así gracias a ese infeliz.

¡Demonios, esto apesta!

No me había percatado antes, pero noto una motocicleta negra aparcada en el garaje y sonrío débilmente, aunque no sé en qué momento llegó; sin embargo, el dueño se sienta junto a mí, de nuevo usa una camiseta de mi propiedad, su cabello luce desordenado, así que seguro ha dormido aquí conmigo, pese a que ni cuenta me di. Reposa mi cabeza en su hombro para luego quitarme el cigarrillo y darle un par de jaladas antes de devolvérmelo.

—Todo estará bien, baby —habla bajo luego de exhalar el humo. Intento sonreír y él recuesta su cabeza encima de la mía—. La roja quería venir conmigo, pero Kim tiene miedo por todo esto y le exigió quedarse.

Mi Lugar Sobre el Arcoíris || Bilogía Arcoíris Libro #2Where stories live. Discover now