El amor, la cosa por la que han existido guerras, mitos, leyendas... por lo que la gente sufre y anhela, pero cuando chocas miradas con esa persona sientes esa profunda conexión que revoluciona todo lo que conocías incluso si al final todo es un de...
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Estamos sentados en la sala, todos nos observan a nosotros dos sin entender de donde nos conocemos.
-Ella es la chica que tengo en el recuadro junto a mí- Carlisle les sonríe
Todos voltean a verme y se sorprenden, escucho que en sus cabezas ya están armando el rompecabezas.
-Ya sabía que te me hacías conocida- habla Rosalie, te vi en esa pintura, le sonrió
-Por eso cuando supe tu nombre me resulto familiar- habla Edward- Carlisle te menciono cuando nos contó por última vez su historia- Edward sonríe, su sonrisa deja algo en mí que no supe descifrar
-Bueno...- empieza Emmett- Ya sabemos la historia que Carlisle nos ha contado, pero ¿Cuál es la tuya?- un Emmet curioso espera
-Chicos...- Carlisle habla, pero lo corto
-Tranquilo, son tu familia- los observo a todos- confió en ellos
-Tengo más de 150 años siendo vampira, 186 exactamente- empiezo, veo sus caras de impresión- No estoy tan segura pero creo que nací a finales del siglo XVIII. Mi vida era normal hasta cierto punto, no era de la realeza pero tampoco era plebeya. Mi padre se dedicaba a aconsejar al rey Jorge III de Inglaterra.
Si bien no recuerdo del todo sus rostros, sé que mi padre era alto y tenía ojos verdes como yo, mi madre era baja de estatura y rubia pero de ojos cafés, tenía dos hermanas y cuatro hermanos, dos de mis hermanos murieron en una fuerte emboscada que realizaron pues apenas cumplieron 15 se armaron y se fueron al ejército. Un hermano mío siguió a papa y se convirtió en consejero real de su sucesor Jorge IV, y el otro simplemente desapareció, mis hermanas vivieron lo suficiente para casarse y tener familia.
Cuando yo tenía 16 la mayoría de mis hermanos había dejado el nido, solo faltábamos yo y mi hermana menor.
La noche que pasó lo que me convirtió en esto fue en 1811, acaba de cumplir mis dieciséis y estábamos haciendo una pequeña fiesta en el castillo, recuerdo que un par de viejos derramaron vino en mi vestido blanco, así que fui a cambiarme pero mi padre se enojó por dejar la fiesta, sus palabras fueron hirientes...
-Papa, solo vine a cambiarme- mis ojos verdes se encontraron con los suyos
-Me importa poco- su aliento lleno de alcohol me llegó. Mi padre sufría de problemas con el alcohol, se emborrachaba demasiado y frecuentemente.
-Solo eres una puta, ¿verdad?- me gritó en la cara
-Papá...- no me dejo terminar pues me dio una cachetada
-Silencio- me señaló con el dedo- Por eso te escapas en las noches, para ver a tu amado- escupió con rabia. Nunca creí que el pensara eso de mí, era verdad me escapaba, pero no para ver a alguien, me gustaba caminar en el bosque, estaba consciente de los peligros pero siempre me había encantado la soledad que el bosque permitía, el silencio tan armonioso solo siendo atravesado por mis pasos, el viento o los animales.
