yeosang estaba roto. nadie se había dado cuenta excepto él. park seonghwa no estaba dispuesto a que yeosang fuese derribado por el dolor. es por ello, que durante una semana se grabaría expresando su fuerza y todo lo que pensaba del menor. sobre tod...
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Solo.
Seonghwa había enviado el vídeo a la hora que le correspondía, pero le había extrañado mucho el hecho de que Yeosang estuviese escribiendo. Pero es que la realidad es que el teléfono había caído sobre la almohada y una parte de la misma parecía que era la que estaba dándole a la tecla.
Pero... ¿Y Yeosang?
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Seonghwa estaba tirado en la cama suspirando, miraba la pantalla del teléfono en silencio ¿Tanto tardaba en escribir? Pero, de manera repentina, una llamada entrante interrumpió su tarea de observar el constante 'escribiendo' de Yeosang.
—Ya puedes correr hacia casa de tu amiguito, su querido acosador está allí y no sé que puede estar haciendo.
La voz ronca del chico de tatuajes sorprendió al mayor, no esperaba una llamada por su parte y menos cerca de las una de la madrugada.
Con rapidez y con el móvil en altavoz, se levantó a toda velocidad, haciendo que Mingi escuchase como se cambiaba a toda prisa.
—Según lo que encontré, la persona tras la pantalla se llama Dae, al parecer era el mejor amigo del hermano de Yeosang.
—¿Qué coño quiere él de Yeosang?
—No lo sé, Hwa, es muy bueno con el tema tecnológico, me ha costado acceder a su perfil, y a sus datos.
—¿Puedes mandarme los datos y la ubicación al Whatsapp?
—Voy... Seonghwa, ve con cuidado, conozco a Dae.
—¿Cómo que le conoces? Mingi, habla.
—Park, calmate, joder. Tuvimos que trabajar juntos en un tema de rastreo y demás... —se escuchó como las ruedas de la silla del chico de tatuajes se movió— es muy bueno, demasiado bueno... Pero yo soy mejor.
—Deja el ego para otro momento. Gracias. —Y le colgó.
Por más que intentase eliminar la idea de que Mingi había estado involucrado con aquel extraño en temas un poco peligrosos, no podía. Aunque de repente los ojos de Yeosang aparecieron en su mente. Y sin más, tomó las llaves de su moto y se subió a la misma, emprendiendo un veloz y tenso camino hacia la casa del rubio.
Pero sería en vano...
En cuanto cruzó la puerta, el silencio era lo único que llenaba la casa. Y, bueno, una pequeña luz, proveniente del cuarto de Yeosang.
