Prólogo

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La espera del próximo hijo de los Choi finalmente terminaría un trece de Marzo del dos mil uno, día en que Choi BeomGyu llegaría el mundo para alegrar aún más la vida de sus progenitores. Pues era un varón, su segundo hijo varón.

Un pequeño Choi YeonJun, con no más de dos años, se encontraba sacudiendo peluches para colocarlos en la cuna de su hermanito quien pronto llegaría a casa acompañando a su mamá. Ilusionado y alegre, el niño sintió una sensación cálida en su pecho al momento de ver todas las cosas acomodadas, creyendo que tendría más cosas para jugar.
A pesar de ser un niño muy listo para su edad, no entendía aún lo que mamá quería explicarle acerca de un nuevo miembro en la familia. Aun así, SooYoung esperaba que Junnie estuviera feliz de tener alguien con quien jugar, y a quien futuramente cuidar.

Así, ese mismo día llegó a la familia el pequeño BeomGyu, sus progenitores estaban realmente felices al ver un sano y lindo bebé.

Una vez en casa nuevamente, la Omega SooYoung miraba enternecida como su hijo mayor aceptó al pequeño inmediatamente luego de verlo. Sólo reía mientras movía sus manitos en un intento de llamar su atención, cosa que aún no daba frutos, por supuesto, BeomGyu era un recién nacido.

—¿Ves? Te dije que estaría feliz de tener un hermano —habló el alfa del hogar, abrazando a su esposa mientras veían a ambos bebés jugar en la cuna del más pequeño.

Sus hijos eran dos criaturas regordetas y preciosas que habían enamorado a toda la familia. SooYoung y YeonHyuk estaban más que felices. Tenían la vida que tanto habían soñado, dos hermosos hijos, una gran casa, todos los lujos que querían. Sentían en sus corazones alegres que nada podría ser mejor que eso.

De esa forma pasaron los meses, en los que a pesar del extremo cuidado que le tenían a BeomGyu intentaban no dejar de lado a su otro hijo, aún muy pequeño también. Sin embargo, YeonJun no parecía tener mucho problema, ni tampoco era tan travieso como antes, ya que ahora su atención estaba siempre sobre su hermano menor.

A su madre le parecía tierno.

Junnie siempre estaba sentado a lado de su mamá cuando ésta amamantaba al bebé, y también estaba cerca cuando el pequeño dormía, quedándose viéndolo desde afuera de la cuna. Lo cuidaba todo el tiempo e incluso su propia madre había recibido un regaño de parte de su hijo mayor cuando hizo un ruido, el nene alegando que se despertaría su hermano.
Aún no hablaba muy bien, por lo que era aún más adorable.

Los meses pasaron, y YeonJun cumplió tres años.

Fue ese día, un trece de Septiembre, el fatídico día.

SooYoung bañaba a BeomGyu mientras YeonJun se preparaba para su fiesta de cumpleaños, insistiendo en que su hermanito y él debían usar "ropa de pareja". La mujer lo había consentido, obteniendo unos bonitos trajes a juego. Pero parecía una ironía cruel después de su descubrimiento.

Su nene era tan bonito y pequeño, y ella siempre había tenido cuidado en bañarlo delicadamente. A pesar que siempre lo hacía, no había notado una pequeña marca, a penas visible, en la pequeña pierna de su bebé. Ella se acercó para prestarle más atención, preguntándose qué podría ser.

Una marca de nacimiento. Pero no cualquier tipo de marca, era una poco común.

Era una marca de emparejamiento.

La mujer sintió un vuelco en su pecho. Había escuchado historias, e incluso en una ocasión conoció a alguien que la poseía. Resultaba extraño que alguien la tuviera, pero pasaba; contaban las historias que cada cierto tiempo, nacían algunas personas con una característica especial que los ayudaba a encontrar con más facilidad a su pareja destinada, y era una marca, podía aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero lo importante es que era idéntica a una que tu destinado también poseía. De esa forma, al hallar a alguien con la misma marca que tú no habría confusión alguna, y omega, beta o alfa, tu destino estaría sellado.

Era algo fascinante. Y pensándolo bien, era algo muy raro, ya que no sólo su hijo menor poseía una, sino...

Su emoción reciente se drenó.

Miró detenidamente la marca, los trazos de ella. Era extraña, un trazo parecido a un moño sin terminar y con una pequeña curva en la línea más pequeña, de un color no tan fuerte, quizá debido a lo joven que BeomGyu era.

Pero sin lugar a dudas era exactamente igual... Igual a la que YeonJun tenía.

La mujer se quedó en blanco. No sabía que pensar, quizá era un error, tenía que ser un error. Miró con horror aquello. Era imposible.

Rezaba porque fuera imposible.

Sacó a su hijo de la bañera con las manos temblorosas, lo cubrió con la toalla y lo abrazó contra su pecho.

Algo más tarde, llegó su esposo, con el pastel de cumpleaños del mayor de sus hijos. Saludó al pequeño y se internó en las habitaciones, en busca de su extrañamente ausente esposa.

La encontró con lágrimas en los ojos, y ella, con clara consternación y horror, le comentó lo que había descubierto.

Toda la familia se enteró. YeonJun sólo miraba desde la mesa que compartía con sus amigos como su familia se reunía a hablar con seriedad, incluso vió a sus tías llorar. YeonJun no entendía, era tan pequeño y tan inocente como cualquier niño de esa edad.

No entendía porqué su mamá lo miraba con tanto dolor y algo más, algo parecido a desprecio. No entendía porqué su padre salió de casa ese día y no volvió hasta el día siguiente.

Tampoco entendió por qué lo estaban enviando lejos, por qué tendría que irse a vivir con otros niños.

No entendía. Él había sido bueno, se había portado bien siempre, recogía sus juguetes cuando terminaba de jugar y cepillaba sus dientes.

Quizá sus papás ya no lo querían porque ya tenían a BeomGyu.

Quizá por eso lo abandonaron.

Ese día, el triste cumpleaños número tres de Choi YeonJun, se convirtió sólo en el primero de muchos solitarios y amargos cumpleaños, lejos de su familia, lejos de su pequeño hermano.

Y esa decisión, en lugar de ser la solución a su "problema familiar", se convirtió en quizá el peor error de aquellos desesperados padres.

Twisted [ YeonGyu; Omegaverse ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora