Twisted [ YeonGyu; Omegaverse ]

Capítulo dos

Holaaa.
Pido disculpas por haber tardado tanto en actualizar.

Es por eso que hoy mismo habrá otro capítulo.

Espero que les guste como va, jsjs.

Gracias por leer. ♡

La liberación del lobo de Choi YeonJun se llevó a cabo un veinte de Septiembre, siete días después de su cumpleaños número trece. En medio los delirios de su cuerpo cambiante, sus sentidos se agudizaron para darle pasó a la sensación de despertar; sus oídos captaban cada sonido mucho mejor, sus ojos ardían debido a la claridad de las imágenes, cada poro de su piel emitiendo un cosquilleo placentero, y, lo más importante para él; el ligero dolor en sus encías proveniente de los colmillos extendiéndose, los cosquilleos en la garganta y el descubrimiento de su propio aroma gracias a su recién desarrollado olfato.

Pino y petricor.

No había una mejor forma de describir cómo se sentía que deleite, el más increíble disfrute que lo hizo sonreír en medio de su presentación. Éso era presentarse como alfa; fortaleza y pura satisfacción. No había dolor, sólo vívidez.

Jadeó hacia el techo de su habitación cuando un escalofrío lo recorrió y pudo sentir energía eléctrica por las puntas de sus dedos, el calor extendiéndose por sus piernas. Era excitación sexual.

Un gruñido picó su garganta y se vió obligado a dejarlo salir. Tomó su miembro erecto entre sus manos en un vago intento de satisfacer el deseo que quemaba su piel.

YeonJun hubiera continuado su propio disfrute, de no ser porque había algo extraño. Un deseo intenso de tener algo, no... a alguien. No sólo un omega, sino ese omega, aquel que debía ser su supuesta alma destinada. Su lobo gruñó y aulló con necesidad, YeonJun nunca había sentido algo tan intenso. Sabía que pasaría eventualmente, pero no estaba preparado para lo que en verdad era necesitar a alguien más. Eso no le daba para nada una buena espina.

No estaba seguro de cuánto tiempo pasó, pero en algún punto durante las próximas horas comenzó a sentirse mareado, y se sumió en un sueño profundo.

Caminaba por un sendero en el profundo bosque, era de noche, pero sus ojos captaban perfectamente cada detalle, cada hoja, cada insecto rodando los árboles y altas plantas. Pronto, se encontró a sí mismo subiendo por unas rocas grandes, llegando hasta el punto en que podía ver la luna llena extenderse más cerca, los árboles acababan y él seguía subiendo. Paró cuando llegó al final de dicho camino, la inmensidad del mar se extendía hasta los límites de su vista. Sus pies se encontraban pisando los últimos metros antes del final de la alta montaña, antes del aterrador acantilado. El agua se encontraba en calma, pero algo dentro de él le decía que era engañosa. Un aroma fresco y atrayente llegó a él pero a pesar de su olfato no pudo distinguirlo. Se acercó a éste y se dió cuenta que lo llevaba justo hacia abajo, hacia el mar engañoso y frío.
Su lobo aulló y una sensación de adrenalina estalló en su interior. Tuvo la necesidad de arrojarse al abismo, buscando de forma desesperada aquella fragancia cuya procedencia era dudosa. Peleó contra su lobo, estaba loco si creía que lo haría.

Sin embargo, a pesar de todas sus dudas y, para qué negarlo, miedo, terminó por acceder a los deseos de su instinto. Tomó un impulso antes de dejarse caer, envolviéndose en la sensación de peligro y erróneo placer.

El sonido de algo arrastrándose fue lo último en escuchar.

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