Empeorando.

273 45 10
                                    

Primero Roy, luego Julia, luego los niños corriendo lejos de su alcance. La sangre cayendo por las paredes, fuego en la superficie del agua donde se ahogaba, pasillos oscuros que parecían tratar de engullirlo. Había cosas horrorosas que no había creado su cerebro, eran parte de recuerdos que enterró en el subconsciente, enredadas entre la imaginación de un hombre demasiado roto.

Sabía que necesitaba despertar, más el simple hecho de llegar a ese punto por completo le era imposible.

Entonces el ajedrez apareció ante él, con las piezas ya mezcladas en una partida por acabar. Jack tomó al rey con sus manos pequeñas y observó esta romperse inexplicablemente.

- ¿La Reina está a salvo, #1080?

Despertó al fin, con su corazón latiendo tan fuerte como le era posible. Su pijama estaba empapado en sudor y su cabello envolvía su frente por la humedad. Estaba llorando, como nunca antes. Estaba en su cuarto, en su cama, se convenció de que era una simple pesadilla. Creyó haberse deshecho de ellas no hace mucho, pero habían vuelto con mucha más fuerza.

Tal vez la última sesión con el psiquiatra había revuelto cosas que no debía, y eso le trajo fantasmas del pasado.

Ivadog se levantó de su cama en una esquina, caminando hacia él; apoyó su cabeza sobre el colchón para observarlo, con muchas preguntas en sus claros ojos. Acarició el espacio entre sus orejas y trato de asegurarle que estaba bien.

Encendió la luz de la mesa de noche, ya que no se sentía seguro en la oscuridad. Era tarde, pero existía la esperanza de que Volkov siguiera despierto. "¿Estas?", decía el mensaje que le envió. Una llamada fue la rápida contestación.

- Acabó de llegar a casa, ¿Sucede algo? –dijo el ruso al otro lado.

- No es nada, solo quería saber cómo estuvo tu día.

Si, sabía que Viktor no era idiota, y lo conocía lo suficiente para saber que su duda era una mentira muy mala. Sin embargo, le siguió el juego y Jack sonrió a la llamada. Hablaron un rato, mientras el menor se preparaba para dormir, e incluso después de que se distrajo haciendo zapping en la televisión contándole a Conway sobre su programa de remodelaciones favorito.

En algún punto, Jack se durmió con el teléfono en la mano y su otra mano sobre la cabeza de Ivadog, en un sueño mucho más tranquilo.





Guardo silencio, en la soledad de los laboratorios tan poco transitados a esa hora. El conserje se retiró por el ascensor, ignorante del intruso sobre su cabeza. Movió la sección del techo y cayó sobre ese suelo en un golpe tan suave como el salto de un bailarín de ballet. En su mochila traía materilal muy frágil.

- Tienes 5 minutos o comenzarán a sospechar del corte –avisó la voz en su auricular.

Sabía dónde debía ir y que debía hacer. Tercera sección del muestrario "A". Una caja conservaba la evidencia que los forenses habían tomado y que, muy probablemente, implicaba a Conway. No tenían idea cómo sabía dónde buscar el sujeto de asunto internos, pero había ido directo a los puntos claves, creyendo que ganaría el juego. Pero los hilos estaban muy lejos de su entendimiento.

Tomó las muestras, y las reemplazo por perfectas falsificaciones. Cerró la caja y la devolvió a su lugar. La mochila fue cargado otra vez. Subió por el mismo lugar en que había caído y se deslizó con la misma delicadeza con que llegó.

La electricidad regresó mágicamente y las cámaras de seguridad se reincorporaron; mientras él huía del edificio. Se quitó los guantes y el pasamontañas, apareciendo en un callejón. Una motocicleta le esperaba a media cuadra, mientras su conductor fumaba un cigarrillo con el casco levantado hasta su frente.

The GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora