Segunda parte: Un paciente muy guapo.

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Al otro día en la mañana, Harry se baño y desayuno, tal como lo  hacía cada día, antes de ir a trabajar, tomó sus cosas y se apareció en San Mungo. Saludo a Hermione a quien se encontraba todos lo días en el mismo pasillo, antes de que cada uno se fuera a su respectiva área, la castaña le recordó que se verían en el almuerzo, Harry creía que estaba de más el recordatorio, dado que aún sí él lo olvidará, ella iría a su oficina para sacarle de allí y obligarle a comer. 

Se detuvo en la recepción de su piso y le indico a la enfermera que podía hacer pasar a los pacientes pautados para el día de hoy. Y así dió inicio a su típica semana, sin sorpresas sin cambios.

Sentado en su escritorio, empezó a revisar el expediente que estaba esperando por él cuando entró a su consultorio, eso significaba que era un nuevo paciente, lo cual era muy raro, dado que su especialidad era el deterioro de los sentidos, ya sea por la edad avanzada o por cuestiones mágicas. 

Debido a que los magos vivían mucho más que los muggle, sus sentidos apenas y empezaban a deteriorarse cuando llegaban a los ciento veinticinco años y solo se trataba de recetar unas pociones cada seis meses, para rejuvenecer los órganos sensoriales. 

Sus otros pacientes eran, aurores que lanzaron unos hechizos mal en sus prácticas y se quedaban sin audición u Olfato y debían ir con él para una revisión. Pero esto sucedía en emergencia y, solo cuando era su turno de cubrir. 

Sin embargo, el expediente que tenía delante no representa ninguna de los dos casos, al  parecer  lo extraño de su fin de semana se había expandido a su lunes. 

Porque según el papel, su nuevo paciente era alguien llamado, Draco Malfoy o esta es una extraña coincidencia  que existiera otro draco que casualmente había caído en su consultorio o en efecto era su ex némesis de la infancia a quien nadie había visto desde hace diez años.  

La duda se disipó, cuando la puerta fue abierta dando paso a un indudable Draco Malfoy; con lentes oscuros mirada alta  bastón en mano peculiarmente Parecido al que usaba su padre hace años.

Malfoy, entró con un aire de dignidad y lentamente se sentó en la silla que estaba libre. 

No entendía, porque el Rubio estaba sentado frente a él, y ahora tenía muchas dudas de qué había pasado con él hace años. 

Volvió a mirar su expediente y lo que leyó lo dejó aún más estupefacto. Malfoy estaba Ciego. No entendía cómo era esto posible, los casos de ceguera registrados eran muy poco comunes y curables hasta la fecha.  

Sabía que tenía que hablar, pero realmente no había un protocolo para estas situaciones o si la había, entonces fue enseñado un día que faltó.

El Rubío, se quitó los lentes y pudo ver cómo su mirada se encontraba perdida. 

Los iris de sus ojos seguían teniendo ese particular color gris, que tantas veces le dirigió una mirada de odio cuando estaban en  Hogwarts, pero si te fijabas bien y tenías conocimiento del área, te darías cuenta que la pequeñas venas  del ojo que deberían ser color rojo, en su lugar eran negras.  

—Entonces, Potter. Piensas atenderme o sigues igual de lento, Como en Hogwarts— inició la conversación el rubio, que seguía manteniendo en su tono de voz ese sutil acento de " no importa, que; yo siempre seré mejor que tú". Al menos, le había resuelto el dilema de cómo iniciar el trato.

 Todo lo que estaba pasando desde la tarde del día anterior se ponía extraño, pero aún en medio de esa peculiaridad habían cosas familiares, como el gran hecho de Malfoy seguía siendo un hijo de puta, con todo respeto a Narcissa que le ayudó en sus peores momentos. 

C I E G O † DrarryWhere stories live. Discover now