» Siete «

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Arabella Montserrat.

Han pasado días desde el partido y las arepas en casa de Alan y las cosas han seguido su curso con normalidad con la diferencia de que ahora somos más unidos con el grupo de Wyatt, Asher, Nicole y Cora. Incluso nos sentamos juntos en la cafetería.

Eso ha causado que Wyatt y yo nos hayamos hecho más unidos; pues siempre busca sentarse a mi lado y me busca para hablar de temas triviales. Es una buena compañía.

—Siempre he querido ir a uno de esos restaurantes estilo retro— le confesé mientras él escuchaba atento cada palabra que yo soltaba.

Estábamos justo ahora sentados en las gradas, pues nos habían juntado a los salones de último año para hacer educación física juntos, pero él y yo no estamos haciendo nada.

—¿Así como los de las películas?

—Exacto.

—Mmm— se quedó pensando.

—Oh, y también a un planetario, nunca he ido a uno— mire mis pies y los balancee.

Recuerdo haberle dicho a Nathaniel para ir a uno alguna vez. Había dicho que si pero no llegamos a ir.

—Conozco uno. ¿Que harás esta tarde?

Inmediatamente sentí una emoción en el cuerpo.

—Nada, ¡Vayamos!— solté tal niña pequeña con mucha emoción. Eso lo hizo sonreír.

—De acuerdo, paso por ti a las siete.

—Hablas como si estuviesemos muy lejos— dije recordándole que éramos vecinos.

Él soltó una carcajada.

—¡Langford, Montserrat!— los dos nos vimos y abrimos los ojos en grande al escuchar la voz del profesor— ¡Los quiero haciendo cien lagartijas cada uno!

Pues, hoy me toca irme al cielo al parecer.

Corrimos hasta el centro del gimnasio y obedecimos. Por supuesto que después de la, quizás, quince, yo ya estaba apunto de fallecer.

Hago ejercicio constantemente debido al baile y al equipo de porrista, pero mis ejercicios son muy diferentes a hacer cien lagartijas.

Wyatt continúa y yo me tiró al suelo, derrotada.

—¡Ánimo Arabella!— me animan todos.

—No no, yo di todo lo que tenía que dar— solté en el suelo con la respiración agitada y el corazón en la garganta.

Tengo las manos frías y creo que se me bajo la presión.

—Ya ve y toma algo de agua— soltó el profesor. Con la mano le pedí que esperara y seguí en el suelo.

Creo que ya me morí.

¡Que debulicha soy!

Me ha dado sueño, quizás pueda echar una siesta.

—Arabella, toma un poco de agua— escuché la voz preocupada de Asher quien me traía su termo con agua. Como pude me senté y tome— Estás roja.

—Gracias Ash— le devolví el termo.

Wyatt culmina, se acerca a mi y me ayuda a levantarme.

—Estas roja— repite lo que me ha dicho Asher. Él toma mi cabello sudado y lo miro con extrañesa. Luego procede a realizarme una coleta alta y no sé cómo tomarme el gesto.

—Gracias— le sonrió sintiendo el ardor en mis mejillas. El lado bueno es que debido al ejercicio ya estoy roja, por lo que no se notará que me he sonrojado.

Por toda la eternidad.Where stories live. Discover now