Capítulo 4

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—Buenas tardes

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—Buenas tardes.

La voz de Eleanor salió aguda. Carraspeó antes de indicarle que tomara asiento ante ella. Por suerte Caroline ya se había ido, no sin antes lanzarle unas cuantas miradas cómplices, que la hicieron bajar su mirada al teclado presa de los nervios.

¿Qué tanto había escuchado?

Él cruzó su pierna y apoyó su cuerpo sobre el respaldo de aquella silla negra de cuero. Parecía que esperaba por ella a que tomara la palabra.

Su rostro tan poco demostrativo le resultaba imposible de descifrar.

—Supongo que usted es uno de los representantes de mis nuevos clientes —espetó con seriedad.

—Solo tengo un representante —aclaró.

—¿Y por qué ha venido usted? Si puedo saberlo.

—Porque el representante soy yo, y la empresa es mía —la miro desafiante.

Eleanor alzó una ceja preguntándose si en verdad ese hombre hablaba en serio. Ya su aura de misterio la confundía enormemente, y comenzaba a creer que no se le daba bien bromear tampoco.

—Bien, usted dirá qué desea de mi empresa —trató de dejar a un lado ese tono hostil, y enfocarse en ser lo más profesional posible. De solo verlo recordaba el episodio de su casa, y la vergüenza la comía viva —. Estamos hablando de la sede que tiene en Rusia ¿No? —chequeó los papeles en la carpeta.

—No.

—¿Perdone? —alzó su mirada. Él apoyaba su mentón sobre su mano mientras la observaba —. Aquí especifica que se solicitó para los servicios a la empresa que tiene en Rusia. ¿Por qué dice que no sea esa? —retrucó volviendo a leer la carpeta.

Estaba segura que leyó bien, ese sujeto la iba a enloquecer con sus escuetas respuestas y esa voraz mirada.

—Yo no dije que no lo sea. Simplemente estoy diciendo que no, que no estamos hablando de esa empresa —reviró abriendo sus ojos a tope. Su rostro parecía hecho para resguardar aquellos faroles tan azules e inmensos. Sus pómulos se marcaban con suavidad, sutilmente.

—Es básicamente lo mismo —refutó con obviedad, comenzaba a fastidiarle sus frases indescifrables.

—Tenemos diferentes maneras de comprender el sentido de las palabras, señorita Lawson —recalcó inclinando su cabeza —. Respondiendo a su pregunta, busco que su empresa se haga cargo del marketing de mi nueva adquisición en Irving, Texas —decretó con solemnidad.

Aquello no podría ser cierto, no podía estar pidiéndole que se encargue de la empresa que recién adquirió, y que sobre todo iba a ser para Antonio, según él.

Esto debía rozar lo bizarro.

—No creo que esté entendiendo, tal vez escuché mal —acomodó su cabello sintiéndose inquieta.

Obstinado poder © (Markov I)Where stories live. Discover now