Capítulo 29

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—¿Un conejo? ¿De dónde ha salido esto?

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—¿Un conejo? ¿De dónde ha salido esto?

Cerca de las siete de la tarde Emilio ingresó a su casa soltando su abrigo en el sofá, cuando el olor a animal y a ración lo puso en alerta.

—Ethan lo ha comprado —arremetió Enzo mientras le daba el biberón a Elliot.

—¡Eso es mentira! —bramó el acusado sujetando el conejo blanco contra su pecho.

Emilio jadeó cubriendo su rostro, muerto del cansancio, y aquel panorama era lo último que se había esperado.

—Lo has comprado con la Tablet. Ahí tiene los datos de una de tus tarjetas, papá.

—¡Qué mentiroso eres!

—En cualquier momento aparece con una granja, se la pasa buscando animales y trayéndolos aquí. Primero esa cantidad de patos que hubo que hacerles un espacio y laguna, y ahora un conejo que huele fatal —enumeró con paciencia —. Respeta un poco, Ethan, esta casa es de todos, y tienes que consultar antes de traer otro animal.

Más que ofendido, y con sus mejillas rojas de tanta ira por las palabras de su hermano mayor, Ethan se puso de pie y le lanzó un almohadón que, si no fuese porque Emilio estaba cerca, daría de lleno en la cara del bebé.

—A la cocina, Ethan —demandó molesto.

—Pero papá...—lloriqueó imaginándose lo que vendría.

—Tres segundos tienes para ir a la cocina. Ahora, y trae tu Tablet —aclaró marchándose primero. Escuchó las fuertes y exageradas pisadas de su hijo en una clase de berrinche que él conocía muy bien.

—Le pones esta salsa, y esperas un poco —la voz de Laisha explicándole a Eleanor una nueva receta no impidió que aquellos dos se metieran de lleno.

La castaña volteó a mirarlos confundida, pero luego de ver lo que llevaba Ethan en brazos suspiró. Llevó su atención a su esposo, con unas ojeras marcadas, sus hombros caídos y la cara desganada. Seguro por la resaca de la noche anterior. Aun recordaba lo simpático y tierno que fue con ella, ahora parecía a punto de explotar.

—Estamos preparando la cena ¿Sucede algo? —curioseó colocando la salsa en el recipiente.

No iba a negar que gran parte de la tarde cuando Enzo se encargaba del pequeño, ella se la pasaba en la cocina junto a Laisha, platicando y muchas veces ayudándola con la cena.

—Laisha, ve y pídele a uno de los guardias que saque la jaula y la ración de la sala. En lo posible que el lugar no tenga ese olor asqueroso. Elliot está ahí comiendo —disertó solemne.

—Si, moy ser —asintió dejando todos los ingredientes en manos de la castaña, y saliendo ligeramente.

Por el tono de voz de Emilio, aquella mujer calculó que se venía una charla entre padre e hijo. La misma cara de Ethan peleado con la vida se lo advertía. Así que se quitó el delantal de su cintura, y caminó hacia la puerta. Para su sorpresa, Emilio que estaba apoyado contra la mesada se incorporó e impidió su paso de una forma casual, natural.

Obstinado poder © (Markov I)Where stories live. Discover now