Sede del FBI

701 87 9
                                    

Horacio buscó en cada rincón de su casa, pero no estaba en ningún lado, solo llevaba una consigo, así que debía encontrarla, de otra forma tendría que pedir una en la sede que no iba a ser de su talla hasta que le confeccionaran una a la medida como a él le gustaba, quizás sonaba a un simple capricho, pero si iba a tener que moverse utilizando la misma chaqueta siempre, por lo menos debía verse bien. Dio una vuelta más, buscó entre los cojines del sofá, bajo la cama, revisó nuevamente el perchero, movió cada prenda del armario, pero su chaqueta del FBI no se veía por ningún lado. Suspiró profundamente y se propuso a registrar su vehículo personal, pero ahí tampoco estaba. Sin perder las esperanzas consideró la posibilidad de que estuviera en alguno de los vehículos institucionales, solo esperaba que nadie lo hubiera sacado y dejado en otro lado por equivocación. Condujo con frustración hacia el edificio del FBI y aparcó en su estacionamiento designado, se bajó despeinando su cresta como solía hacerlo cuando estaba nervioso y caminó hacia la fachada del edificio. En el momento que abrió las puertas de cristal, notó que había una figura alta y conocida hablando con el interno que trabajaba en la recepción. El ruso se volteó de inmediato al ver de reojo una figura con cresta de color lila y sus mejillas se sonrojaron ligeramente, de no ser por su piel pálida nadie lo habría notado, pero no tenía el beneficio de que la melanina escondiera dichas reacciones.

Extrañado, Horacio caminó hasta recepción, y le ofreció ingresar al edificio, a lo que el comisario accedió educadamente siguiéndolo a solo unos pasos de distancia.

- ¿Qué tal la resaca? - le preguntó el agente de manera divertida guiándolo hacia una oficina.

Las aureolas de tonalidad morada bajo sus ojos delataban que había sido una mañana complicada, pero no iba a dejar que eso afectara su desempeño policiaco.

- Han habido peores - contestó ahorrándose los detalles - Por cierto, - agregó - vine a dejarle esto, no esperaba encontrarlo en el edificio, olvidó esto mi apartamento y lo iba a dejar en recepción - terminó, entregándole una bolsa de tela con su chaqueta bien doblada en el interior.

Horacio la recibió levantando ligeramente las cejas, realmente no recordaba haberla dejado ahí, durante su corta estadía tenía tantas cosas en su mente que jamás se hubiera acordado de ella.

- G-gracias... - contestó.

- No me dio tiempo de lavarla, la encontré esta mañana antes de salir - se disculpó cordialmente.

- No, no, no se preocupe, agradezco que la haya traído hasta acá - se apresuró a tranquilizarlo, el ruso era tan correcto a veces.

Teniendo una idea repentina, Horacio lo dejó solo un momento, advirtiéndole que no demoraría nada en volver, y que lo esperara un rato. Ese pequeño periodo de tiempo, Volkov lo aprovechó para observar la oficina, las paredes eran de un color diferente al resto de las oficinas, no era uno muy loco, solo un azul bebe que destacaba junto a las oficinas blancas y brillantes, frente al escritorio de madera oscura, dos sillas acolchadas de color gris lo invitaban a sentarse, pero decidió no ponerse cómodo, pues después de esa pequeña parada, debía dirigirse hacia comisaría. Antes de poder analizar el lugar más a fondo, Horacio llegó a la oficina y le tendió una botella con un líquido azul intenso.

- Tenga, le ayudará a hidratarse, lo mejor sería evitar esos dolores de cabeza - le dijo con una pequeña sonrisa.

Había ido a buscar una bebida isotónica para ayudarlo con la resaca, solo recordar los eventos de la noche anterior traía el color rojizo de vuelta a su rostro, aun no podía creer que había pasado el límite así, solo quería beber el alcohol suficiente para que las palabras que quería decir abandonaran su boca, pero aun así no pudo hacerlo, y terminó siendo perdonado sin siquiera haber pedido perdón, no era justo para Horacio.

- Muchas gracias - le agradeció sosteniendo la botella con fuerza.

- No es nada, gracias nuevamente por la chaqueta, ahora que ya saben que tiene autorización para ingresar puede venir cuando quiera - añadió Horacio como invitación.

Volkov solo asintió, jamás había necesitado permiso para entrar a un lugar fuera de la base militar, Horacio definitivamente estaba en un puesto superior al suyo.

- Horacio... - comenzó a hablar intentando nuevamente sacar esas palabras que se afirmaban en sus cuerdas vocales y bailaban en su cerebro de forma burlesca.

El agente federal levantó las cejas esperando a que el comisario hablara, pero se le veía algo complicado al formar frases coherentes.

- Yo... em, usted... - Volkov maldijo en su cerebro - Espero podamos retomar el trabajo conjunto y comencemos con el pie derecho esta vez - terminó por inventar.

Horacio apretó la bolsa de tela que aún llevaba en sus manos.

- Sobre eso... Ya involucré al departamento de Sheriffs en el tema, espero no sea un problema -

- Oh... - claro, ¿Qué más esperaba? Carraspeó ligeramente y recompuso su figura - Bien, que tenga una buena jornada agente, si necesita apoyo, ya sabe donde encontrarme - se despidió con una reverencia.

- Buen servicio - respondió Horacio.

- Buen servicio - contestó el ruso antes de irse.

Volkacio Valentine 2021Where stories live. Discover now