Primer Beso

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Bajaron al primer piso del hospital, donde los esperaba aún el taxi que había tomado Horacio, terminaría siendo un viaje muy caro, pero ambos subieron a la parte trasera del vehículo y se encaminaron al apartamento del comisario nuevamente para concretar sus planes. Subieron por el ascensor, y tan pronto se abrió la puerta en el piso 7, Horacio se percató de que el pastel que había horneado seguía de pie en su envase frente a la puerta del comisario, no podía creer que por su cabeza se haya pasado la idea de lanzárselo a Volkov a la cara, era mejor que el ruso no se enterara de eso.

- ¿Y esto? - preguntó el comisario levantándolo con cuidado.

- Un pastel, lo hice en la tarde, no preguntes, todo fue un caos - dijo quitándoselo de las manos.

- ¿Lo hiciste tú? - preguntó sorprendido.

- Algo así - contestó dejando de lado el hecho de que todo lo que componía ese pastel había salido de una caja.

El comisario no dejó ir el envase y este descansó entre los brazos de ambos por un momento, tiempo en el que Volkov aprovechó para sostener su mirada, sus ojos seguían algo enrojecidos, pero brillaban hermosos bajo la luz artificial del pasillo. Una vez el ruso dejó ir el pastel para dejárselo al moreno, giró las llaves en la cerradura y abrió la puerta, en los ojos de Volkov, el apartamento estaba hecho un desastre, pero desde la perspectiva de Horacio todo estaba ordenado y limpio. En cuanto el agente se acomodó en el sofá, el mayor caminó con largas zancadas hacia su habitación y se cambió la chaqueta de Horacio por una camiseta cómoda, para luego echar la chaqueta al lavado. Observó al moreno desde el marco de la puerta de su habitación, sus ropas aún debían seguir algo húmedas, pero al momento de ofrecerle ropa para cambiarse, él se negó una y otra vez, solo esperaba que no terminara enfermando.

- ¿Te molesta que pidamos algo? Se que quizás no es muy elegante, pero bueno, las circunstancias son algo especiales... - le comentó el comisario una vez encendió la calefacción.

- Para nada, espero haya algo abierto a esta hora - era verdad, a esa hora estaban cerrados la mayoría de los locales.

Solo tardaron unos minutos en instalarse en la mesa del comedor con un pedido de sushi para dos, al ver como Volkov usaba los palillos a la perfección, Horacio intentó hacerlo también, pero no era tan fácil como el ruso lo hacía ver, el debía tener algo de práctica. En cuanto el comisario se percató de que el menor estaba intentando imitarlo, se inclinó un poco sobre la mesa y le mostró la posición de los dedos, pero por más que lo intentara, sus dedos no le hacían caso.

- Ven acerca tus manos - le pidió Volkov luego de reír suavemente, tomó sus manos entre las suyas y posicionó los palillos entre sus dedos de forma que pudiera moverlos de la forma correcta - Y así los mueves - le señaló.

El rostro de Horacio se ruborizó ligeramente, no porque le avergonzara no saber usar unos simples palillos de madera, sino porque el contacto de su piel le transmitía una electricidad que parecía viajar directo a su estómago, y la cercanía y familiaridad de la situación le ponía algo nervioso. En cuanto el ruso se percató de lo cerca que estaba del agente, volvió a su posición original y siguió comiendo avergonzado, no podía evitar hacer ese tipo de cosas con él, salían de manera natural y espontánea, era algo vergonzoso a veces.

- Entonces, - comenzó Horacio con ánimos de conversar - ¿Qué pasó hoy? ¿Cómo terminó en el hospital? -

- Oh, bueno, nos estaban esperando en el barrio con armas, no se donde las están comprando, pero eran armas largas. Por suerte no hubo ninguna baja, solo a mi me alcanzó una bala en el hombro, pero nos retiramos inmediatamente, me hubiera gustado un final distinto de la historia, pero por lo menos no hubo más heridos - contestó explicando brevemente la historia.

Volkacio Valentine 2021Where stories live. Discover now