Flores

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Ok, estaba seguro que lo quería, después de ese abrazo de despedida, el cual no había sido capaz de traer a la conversación por sentirse avergonzado, sus sentimientos se volvieron más claros. Horacio también había captado algo de ese contacto, pues desde ese momento, el agente se volvió más asertivo, había comenzado a bromear un poco más con él, como si quisiera tantear el terreno antes de pisarlo, Volkov tenía claras sus intenciones, y era gracioso ver como intentaba ser sutil sin éxito. Pero mientras Horacio daba cada día un paso hacia delante, sentía que él se había quedado estático, como esperando a que el que actuara fuese el moreno, sabía que no era justo, pero tampoco sabía cómo seguir, ¿Que se supone que se hacía en esas situaciones? No tenía mucha experiencia en el romance como para revisar su biblioteca mental o sacar trucos de la manga, ¿Cómo podía hacerle saber lo que sentía? Podía hablarle, esa era la respuesta más obvia, pero también el camino más difícil para una persona como él, alguien que no solía expresar sus sentimientos en palabras, sino en acciones.
Ese día Horacio se había lanzado más profundo en el desafío, había enviado una broma subida de tono que le recordaba a tiempos de antaño.
H: "Cuando quiera se lo muestro :P"
V: "okay"
H: "Y el coche también xd"
Había sido su más reciente interacción. Al ruso se le escapó una pequeña risa que atrapó en su mano al cubrir su boca, seguía careciendo de toda vergüenza, pero era divertido.
Mientras caminaba por un sector más elegante de la ciudad, encontró una pequeña florería atendida por una señora de avanzada edad, era un lugar acogedor y bien perfumado, estaba bien organizado, las flores más aromáticas estaban hasta el fondo para que no saturasen los sentidos de los clientes recién llegados, y las más vivas y delicadas estaban a los lados, donde se volvían un punto focal de atención, pero la gente no se acercaba para tocarlas. Llamado por la delicada fragancia, entró al pequeño local, siendo recibido con una cordial bienvenida.
- Buenos días caballero, ¿En qué puedo ayudarle? - saludó la señora.
- Por ahora solo veo, gracias - se excusó mientras observaba las hermosas flores montadas en las paredes.
¿Qué hacía ahí? Tampoco era como si fuera a comprarle unas flores y dárselas, ni pensarlo, eso terminaría acabando con su corazón inválido, pero… ¿No era eso lo que hacía la gente con intenciones de transmitir un sentimiento? Quizás… no eran tan mala idea después de todo. Recorrió las hermosas estanterías de madera y observó los delicados pétalos de cada flor, todas eran hermosas, pero en realidad no sabía nada de ellas. Sabía hasta cierto punto que las flores podían tener un significado dependiendo de cuales se regalaban, si de verdad iba a hacer eso, no quería cometer un error. Se acercó a la mesa donde la señora armaba un hermoso ramo de rosas amarillas, seguramente arreglaba un pedido para ese día, se veía la dedicación que le ponía su trabajo. La mujer alzó la mirada para cruzarse con sus confundidos ojos grises, realmente no estaba seguro si hacerlo o no, y la mujer leyó perfectamente la expresión en su rostro.
- ¿Necesitas ayuda, cariño? - le volvió a preguntar amablemente.
- Um, si - confesó finalmente.
- ¿Buscas algo para alguien especial? -
- Hmm, si, creo que sí - respondió con el rubor subiendo a su rostro.
- ¿Te da miedo? -
- ¿¡Miedo!? - exclamó a la defensiva.
- ¿Te da miedo decir lo que sientes directamente? - aclaró riendo ligeramente.
- Pues… Um… S-si, creo que sí - admitió bajando ligeramente la cabeza.
La señora asintió y sonrió amablemente, para luego voltearse e ir a buscar el ramo indicado a la bodega. Volkov se removió en el lugar nervioso y miró alrededor sin realmente detenerse a observar nada hasta que la mujer volvió con unas hermosas flores rosadas.
- ¿Qué son estas? - preguntó en cuanto las vio.
- Son peonias, se usan cuando uno es muy tímido para decir “te quiero” - explicó.
Solo escuchar esas dos palabras, su pálida piel se enrojeció de inmediato, ¿Era eso realmente lo que quería decir? Sonaba bien, pero hacía su corazón palpitar muy rápido, quizás no era muy buena idea después de todo… Aunque ya estaba ahí, ¿Cuál era el punto de retractarse en ese momento? Además… era de mala educación cuando la señora ya tenía el hermoso ramo en manos…

Llegó a trabajar en su vehículo personal, aparcó en su puesto como jefe y cruzó por las puertas de cristal, caminó hasta la recepción, donde una novata estaba esperando su llegada con emoción.
- Agente Pérez - llamó su atención la muchacha.
Horacio giró su cabeza en dirección donde la agente lo esperaba, en sus manos descansaba un hermoso ramo de flores rosadas, no las conocía, pero eran hermosas.
- Para usted - le dijo sonriente extendiendo el ramo hacia él.
Horacio extendió sus brazos con confusión y tomó las flores entre sus manos.
- ¿Muchas gracias? - contestó extrañado, no conocía a la muchacha y se le hacía un poco extraño.
- ¡Ay! No, no, no, no, no son mías - se apresuró a aclarar la agente enrojecida - Alguien las dejó para usted -
- Oh, - la mente de Horacio viajó inmediatamente hacía el ruso de dos metros - g-gracias -
Se retiró rápidamente hacia su despacho y se sentó en una de las sillas acolchadas de su oficina, miró con ojos brillantes las flores en sus manos y olió su aroma profundamente. Mientras las giraba para captar el mejor ángulo y ponerlas en un florero en su oficina, encontró una pequeña etiqueta de cartón con la letra V como único mensaje, en ese momento, estaba bastante seguro de que su corazón dejó de latir. Con su rostro del mismo color que las flores en sus manos, pidió en recepción un florero que llenó de agua y situó hermosamente sobre su escritorio, ¿Como podría salir de su oficina ahora con tan hermosas vistas?

Volkacio Valentine 2021Where stories live. Discover now