La Maldición Riddle [El Dueño Del Espejo #2] (DRACO MALFOY) - AUTORA ORIGINAL

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Después de esa inesperada acción por parte de Draco, el camino a Hogwarts aún estaba colmado de sorpresas para la pelirroja. De primera instancia el amo del espejo se estaba comportando de una manera en la que no habían acordado; ahora era más tranquilo, más paciente y ...¿amable?.

-Y además del italiano, ¿que otro idioma hablas? - fue él mismo quien busco la conversación con Evangeline, como si el acto anterior no le bastara para seguir desconcertando a la pobre a su lado. - y el español, claro-

-Hablo chino, portugués, ruso, inglés, alemán, lenguas antiguas y latín- contesto de la misma manera, como si, para la vista de los demás, Draco y Evangeline tuvieran una conexión.

-Eso es increíble- fue Goyle quien se metió a la conversación, y aun que no fue agrede, se arrepintió cuando Draco lo fulmino con la mirada.

-Digamos que tuve de mucho tiempo para aprender- se dirigió al regordete con la misma seriedad y un tanto de superioridad que tanto la caracterizaba, por lo menos, con esas serpientes a lado de su amo.

Draco noto en esa afirmación un tanto de pesar. Era tan ligero que solo él pudo identificarlo, basándose en el tiempo que llevaba conociendo a la pecosa, y se preguntó nuevamente cuanto tiempo llevaba en ese espejo. Había tantas preguntas que con el tiempo se formulaban y tantas que, a la par, ese mismo tiempo junto a ella le respondían por completo.

Entonces volvió a observarla con detenimiento y discreción. La miraba mientras respondía preguntas sin sentido de los regordetes de sus secuaces. Observo sus rizos pelirrojos cayendo desde sus orejas hasta el hombro, sus ojos azules que pretendían prestar atención a las preguntas que le lanzaban, sus pecas sobre sus pómulos hasta la nariz, aquellas pecas que tanto la caracterizaban, su piel tan pálida y tersa que simulaban a la perfección ser de carne y hueso y no solo un reflejo. Era como si buscará una palabra para describirla, pero, por más que la buscará no podía encontrarla.

¿Quién era en verdad Evangeline? ¿De dónde provenía? ¿Cuánto tiempo estuvo encerrada? ¿Cuántas cosas le fueron negadas? ¿Cuántos caprichos y deseos cumplió antes de que él llegará? ¿Ella fue feliz alguna vez?...esa pregunta era nueva, por que verla en ese momento y verla en sus recuerdos no hacía más que hacerlo encontrar una silueta de una niña sonriente y carismática pero...¿ella de verdad era feliz? o más bien ¿él pudo haber encontrado a la niña que es sincera con esa felicidad?.

-Y dime Draco Malfoy- otra cosa que veía única en la pelirroja era su voz, como si escucharla todos los días y, en la mayoría de las veces, no poder verla se volviera algo especial, algo que solo él podía experimentar- ¿Cuál es tu clase favorita?-

-Pociones- contestó sin mucho ánimo lo que ocasiono en la chica un bufido divertido.

-¿Por..por qué esa reacción Evangeline?- se puso nervioso Crabbe ante tal arrogancia.

-Puedo jurar que vuelo le sienta muy bien al príncipe de Slytherin- explico con una sonrisa un tanto picara. - Sería fascinante verlo en un juego de Quidditch-

Ver a la pelirroja dirigirse de esa manera a él era algo que lo confundía, no sabía si se sentía incomodo, acostumbrado o solo quería evitar esas miradas que le daban un cosquilleo en todo el cuerpo. Por supuesto que Evany sabía cuál era su clase favorita, ella sabe casi todo del rubio y, de nuevo, le parecía injusto que él no supiera absolutamente nada de ella.

Evany por su parte se le veía relajada, segura de sí misma y, por qué no decirlo, arrogante ante los espectadores. Sin embargo, en su interior estaba tan emocionada que luchaba con las fuerzas de sí misma por no arruinar el trabajo que ha estado construyendo con una mueca infantil o una ansiedad por probar de todo en su cuerpo semi corpóreo. No recordaba cuantas veces alucinaba con salir del espejo y experimentar lo que por muchos años le fue negado.